-Acabó en pijamada fiesta de Guadalupe y Calvo

-¿Atacan polis ardidos por captura de “El Verín”?

-Similares, perfiles de Isabel Miranda y Javier Corral

Comenzó y terminó el mes de julio con la guerra de cárteles en Guadalupe y Calvo como uno de los temas de mayor preocupación en las áreas de seguridad, pues el pleito está muy cantado entre los dos grupos criminales que buscan el control de ese territorio que tiene implicaciones tanto para Chihuahua como para Sinaloa.

Por un lado, el bando de La Línea, del Cártel de Juárez ,está determinado a pelear la plaza, mientras la Gente Nueva, del Cártel de Sinaloa, hace esfuerzos por conservar sus añejos dominios encargados desde hace años a Aureliano “El Guano” Guzmán Loera, el hermano de “El Chapo”.

Ese es el contexto general de esta batalla de años en gestación, con los últimos meses más intensos, que involucran tácticas de guerra psicológica, propagandística y a bombazos, como ha quedado demostrado especialmente desde diciembre a la fecha.

La foto que presentamos hoy en versión digital de GPS fue extraída de un dron asegurado por elementos de la Defensa Nacional en Guadalupe y Calvo. El dispositivo capturó el momento en que tres sicarios arrastran los cadáveres de dos hombres, desde el cerro hasta el centro de la carretera de acceso a la cabecera municipal.

La imagen es impactante, pero más la historia que existe detrás. Las víctimas, presuntamente de La Línea, fueron asesinadas entre el primero y el dos de julio por sus contras de GN, lejos del lugar donde aparecieron los cadáveres, todo lo cual fue debidamente documentado por los agresores con la tecnología de la que disponen, tanto para atacar con bombas como para hacer este tipo de aterradoras producciones audiovisuales.

Esa es la cruenta realidad de este mes de enfrentamientos intermitentes que se han registrado a pasos de la Presidencia Municipal, de la casa de la alcaldesa Ana Laura González, a unas cuantas calles de los cuarteles de la Guardia Nacional, la Policía Estatal y la pequeña base militar de la aeropista El Zorrillo.

Este panorama poco cambió con la reunión de la mesa de seguridad de la semana pasada en la cabecera municipal de Guadalupe y Calvo, donde mandos militares y las más altas autoridades estatales, federales y locales acordaron una estrategia que a los pocos días se volvió cuestionable, dado que los grupos criminales mantuvieron su presencia en la cabecera.

En la última serie de enfrentamientos, sin embargo, fue la Guardia Nacional la que abatió a presuntos criminales; lamentable la violencia, sí, pero al menos ahora hubo un papel más activo de la autoridad, hasta semanas atrás limitada al papel de espectadora.

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Por cierto, dicen que en la noche del viernes era festejada la directora del Instituto de la Mujer de Guadalupe y Calvo, Omilba González, en casa de la alcaldesa Ana Laura González, cuando se desató el último de los infiernos vividos en la comunidad, ahora en el lugar conocido como La Periquera.

La encargada de las políticas públicas municipales de género había sido muy felicitada durante el día -como muestran algunas capturas de los estados de WhatsApp de los funcionarios públicos, que pueden verse en la edición digital de GPS- y al final de la jornada sería la fiesta en la casa de la presidenta.

Pero el festejó debió convertirse en pijamada ante las balaceras durante horas otra vez en plena cabecera municipal, que obligan a la gente a encerrarse y hasta meterse debajo de las camas, por el miedo a ser alcanzada hasta por alguna bala perdida.

Parece una anécdota chusca, pero es reflejo del gran problema de seguridad que no está limitado a Guadalupe y Calvo, sino que tiene repercusiones en gran parte de la entidad, por la movilización de grupos criminales que implica y sus conexiones en el resto del estado.

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La narcomanta que apareció entre la noche del viernes y madrugada del sábado cerca del entronque al Cereso de Aquiles Serdán, con amenazas a la gente de Salvador Humberto S.V.M, alias “El Verín”, resultó muy reveladora en los cuerpos de seguridad y los analistas de la inteligencia federal y estatal.

Además de citar a “El Capu” (Edgar Pando) como jefe de “El Verín” en el Cártel de Sinaloa y “El Topo” como capo para el sur de la ciudad de Chihuahua, el narcomensaje enlista a mandos medios, policías estatales, municipales y ministeriales como parte de la nómina del ahora preso en el penal de Aquiles Serdán. Invariablemente el cliente en las mantas es el jefe de inteligencia de la municipal, Alvaro Chávez. Obvio que algo le saben.

Siempre es cuestionable la legitimidad del contenido de las narcomantas, nunca pueden ser consideradas como pruebas o evidencias de la realidad, dado que siempre esconden aviesos intereses criminales.

En este caso, según reportan los analistas, todo parece indicar que hay ciertos resultados favorables en seguridad en la capital del estado, que generan incomodidad en algunas células delincuenciales que pretenden actuar a sus anchas y no han podido, al menos aquí en la zona urbana y rural del municipio.

Es decir, el narcomensaje sería una reacción criminal ante la afectación de sus intereses que han resentido los delincuentes, por lo cual atacan con la siembra de sospechas hacia determinados jefes policiacos. Nada del otro mundo, tampoco.

Lo interesante es que, por la redacción, el listado de nombres, mandos y grados que maneja, existe la sospecha de que la manta es hechura de policías que están realmente en la nómina de la delincuencia organizada, mientras cobran al mismo tiempo como elementos de las corporaciones.

Por si la narcomanta no fuera lo suficientemente turbia, ahí está el dato que podría servir para aproximarnos a la realidad criminal de la capital.

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Ha sido una mala temporada para el exgüevornador, Javier Corral, primero por la reaparición de su odiado antecesor, César Duarte, y luego tras la orden de aprehensión de su ex Secretario de Hacienda, Arturo Fuentes Vélez, escondido en los Estados Unidos.

Y en el Senado pasó con más pena que gloria la nueva Ley Telecom o “Censura”, pues hasta sus antiguos amigos, expertos en el tema, le encontraron más defectos que virtudes.

Por eso últimamente se ha refugido en actividades de “promotor cultural” y maestro de ceremonias en su negocio venido a muy menos (no se paran ni las moscas), Sandor Marai de la ciudad de México y de Chihuahua.

El sábado por la tarde le tocó sufrir la Ley de Murphy.

Vino Ricardo Raphael a presentar su libro “Fabricación”, donde desnuda la siniestra trama de Isabel Miranda de Wallace quien, tras la desaparición y muerte de su hijo, inventó culpables que fueron detenidos y torturados por más de 20 años hasta que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ordenó la liberación de la última imputada, Juana Hilda González, ya fallecida Isabel.

A punto de iniciar el evento, sobre la Independencia y Bolívar, llegó un puñado de manifestantes para exigir la libertad de varios detenidos en la enfermiza Operación Justicia para Chihuahua que duró todo un quinquenio.

Salió al quite Cinthia Chavira, esposa de Corral, expresidenta del DIF estatal y beneficiaria de las mayores de la flotilla aérea del gobierno cuando fue funcionaria.

Retadora, la señora se puso a tomar fotos a los portadores de las pancartas y a exigirles que “dieran la cara”, a preguntarles “quién les paga” y a expresar que, “a la larga todo sale a la luz”.

Nomás salió a eso; regresó pronto a la librería, pero involuntariamente opacó un tanto el evento tan publicitado.

Es posible que el columnista, simpatizante de Corral, escriba sobre el incidente como ya lo hizo cuando el municipio clausuró la librería por incumplir el reglamento.

Si Ricardo Raphael indagara el trasfondo de la protesta, encontraría que, a diferencia de lo que dijo Cinthia Chavira, sí hay nombres y familias reales afectadas.

Le sobraría material para una segunda versión de “Fabricación”, por lo ocurrido aquí no hace mucho.

Tal vez no encontraría muchas diferencias en los perfiles psicológicos de Isabel Miranda de Wallace y Javier Corral…¡Vaya coincidencias!