Nueva York, Estados Unidos (18 marzo 2025) .-07:25 hrs

La incertidumbre sobre los aranceles preocupa a los operadores de Wall Street. Crédito: AFP

El Presidente Trump ha lanzado un desafío sin precedentes a un orden geopolítico que ha prevalecido durante décadas y hay una víctima potencial: el dólar estadounidense.

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En sólo unas semanas, un fuerte aumento en aranceles y la incertidumbre en materia comercial han generado temores de una desaceleración del crecimiento estadounidense. Al mismo tiempo, importantes cambios en la política exterior estadounidense han disparado el optimismo sobre la economía europea, provocando una fuerte caída del dólar frente al euro, llevando a las acciones europeas a récords e impulsando el mayor aumento en los rendimientos de los bonos alemanes desde poco después de la caída del Muro de Berlín.

El Índice del Dólar del WSJ ha caído en siete de las últimas nueve semanas, prácticamente borrando las ganancias obtenidas desde las elecciones del 5 de noviembre.

Esta convulsión financiera, si se mantiene, podría tener ramificaciones en todo, desde los flujos de inversión globales hasta la dirección del turismo transatlántico.

Durante generaciones, los líderes políticos estadounidenses han acogido la primacía del dólar en el sistema financiero global, en parte porque ha conducido a un endeudamiento público más barato. El gasto de EU en defensa ha contribuido a reforzar esa posición al incrementar el déficit presupuestario, financiado en gran parte por inversionistas extranjeros, que poseen aproximadamente un tercio de la deuda estadounidense.

Sin embargo, Trump y algunos de sus asesores ahora dejan claro que quieren destinar menos recursos a la protección de sus aliados. Dicen desear una moneda más débil para impulsar la manufactura nacional, abaratando los productos para los compradores extranjeros.

Sin embargo, muchos en Wall Street temen consecuencias negativas. Un dólar más débil encarecería las importaciones, impulsando la inflación y dificultando que la Reserva Federal recorte las tasas de interés. Las salidas de activos estadounidenses que deprecian el dólar también podrían hacer caer los precios de las acciones y llevar a mayores costos de endeudamiento en EU.

Pocos creen que una fuerte caída del dólar sea inminente, en parte porque las tasas de interés estadounidenses son más altas que en casi cualquier otro lugar del mundo desarrollado, prometiendo que continuará la inversión extranjera.

Aun así, "lo que ha sucedido en las últimas semanas tiene el potencial de ser un punto de inflexión", afirmó Katie Nixon, directora de inversiones en Northern Trust Wealth Management.

La reciente caída del dólar tomó por sorpresa a los inversionistas. Muchos creían que Trump gobernaría principalmente como un republicano tradicional, centrándose en recortar impuestos y desmantelar regulaciones.

Los pronósticos de un crecimiento económico más rápido, aunado a aranceles modestamente más altos, impulsaron inicialmente las acciones y el dólar tras la victoria electoral de Trump.

Pero los inversionistas ahora están reconsiderando esas suposiciones. Trump ya ha impuesto aranceles cuantiosos a los productos de los principales socios comerciales de Estados Unidos y ha amenazado con imponer más, provocando represalias inmediatas de Canadá y China. Su Administración ha tomado medidas para despedir a miles de empleados federales. Los recortes fiscales han quedado prácticamente relegados a segundo plano.

Todo esto ha pesado sobre las expectativas de crecimiento de EU, con los inversionistas preocupados casi tanto por la incertidumbre en torno a los aranceles como por los propios gravámenes, que prometen elevar los precios al consumidor.

Mientras tanto, las esperanzas para Europa se han disparado. Esto se debe en parte a una serie de mejores datos, pero también a la decisión de Europa de elevar el gasto militar tras el enfrentamiento público de Trump con el Presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, en la Casa Blanca a fines de febrero.

Preocupados por no seguir contando con la ayuda de EU para defender sus intereses, los líderes alemanes anunciaron días después que romperían con décadas de historia liberando el endeudamiento para financiar un refuerzo de sus fuerzas armadas. Los funcionarios de la Unión Europea también delinearon un plan para recaudar cientos de miles de millones de euros para defensa y una flexibilización de las normas fiscales a nivel nacional.

El euro se ha apreciado temporalmente contra el dólar en otras ocasiones en las últimas décadas, pero esta vez la tendencia podría ser duradera, ya que lo que Europa promete "no es una excepción, como el estímulo por Covid", señaló Sonu Varghese, estratega de mercado global en el Carson Group, una firma de asesoría financiera.

Hasta ahora, la caída del valor del dólar ha sido modesta, apenas suficiente para marcar una diferencia significativa para los exportadores estadounidenses.

Aun así, el acto ha captado la atención de Wall Street porque es consistente con las ambiciones históricas de Trump, que ha argumentado con frecuencia que el dólar debería estar más débil, afirmando el año pasado que la fortaleza de la moneda era "un desastre para nuestros fabricantes".

Sin embargo, otros dudan que las políticas de Trump surtan los efectos esperados.
Por un lado, el compromiso de Trump con los recortes fiscales probablemente significa que el déficit presupuestario federal seguirá siendo elevado, según Brad Setser, miembro senior del Consejo de Relaciones Exteriores. La necesidad de más préstamos para financiar el déficit debe mantener elevados los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense y ejercer presión alcista sobre el dólar, al tiempo que los inversionistas globales buscan activos de alto rendimiento.

En otro escenario, el dólar podría seguir debilitándose y Trump podría lograr su objetivo de reducir la brecha entre las exportaciones e importaciones estadounidenses, pero sólo porque la economía estadounidense está sufriendo, añadió Setser.

Los inversionistas extranjeros podrían verse tentados a retirar su dinero de los activos estadounidenses, pero las alternativas, incluyendo a Europa, tienen sus propios problemas. (Sam Goldfarb y Justin Baer / The Wall Street Journal)