Chihuahua, Chih.- Corría el año 1973 cuando Gregorio Ramos García inició su negocio La Rica Torta de José, utilizando para ello una canasta de caña, donde trasladaba sus tradicionales y ricas tortas de lomo con aguacate.
Entrevistado al respecto, comentó que comenzó a trabajar a muy temprana edad, primero en la antigua Central Camionera, en la calle Progreso; si le quedaban piezas, iba a donde solía estar la Central de Abasto, y por la noche ponía su venta afuera del parque de beisbol L. Almanza, para poder obtener dinero y apoyar a sus padres con los gastos del hogar.
Recordó que empezó con una canasta llena de lonches elaborados en casa, en su natal Torreón, Coahuila, a los siete años, cuando al ver la necesidad vendía chicles y después naranjas y otras frutas.
Dijo que con el tiempo logró comprar de un triciclo, con el cual pudo hacer más producción de lonches fríos.
Pasado el tiempo, contrajo matrimonio y los gastos fueron mayores, pero dijo que gracias a Dios pudo comprar un puesto en el que laboró más de 25 años; a la llegada de Patricio Martínez García, les impidió seguir instalados el en las calles Cuarta y Progreso, por lo que rentó un pequeño local cercano, donde por varios años obtuvo ganancias para el sustento de padres, hermanos, esposa e hijos. Después, pudo rentar un lugar más grande, logrando tener una mejor forma de vida.
“Años después me instalé en el local de una vieja cantina ubicada en la calle Progreso, a una cuadra de la Independencia, donde ya tiene operando el negocio La rica Torta de José más de 20 años, y continúa”.
Actualmente tiene otras dos sucursales, una en la José María Iglesias, atendida por un nieto de nombre Isaac Antonio Ramos Vázquez, que es la tercera generación. Dijo que dos de sus hijos decidieron seguir con la empresa familiar y abrieron locales en diferentes puntos, por lo que ahora son nueve puntos de venta.
Señaló que las tortas tuvieron éxito gracias a que las elaboran con pan blanco horneado, con una capa de aguacate, pierna de puerco en trozos, unas rebanadas de tomate y aros de cebolla cruda, sin faltar el toque secreto: una raja de chile curtido.