El sonido de Tigran Hamasyan (Gyumri, 1987) entreteje el folklore de Armenia con la improvisación del jazz y el rock progresivo.
En su proyecto The Bird of a Thousand Voices, el pianista y compositor emprende lo que él mismo llama "una odisea armenia": un viaje que hunde sus raíces en un antiguo cuento de su país y que se expande hacia la escena transmedia contemporánea.
"Todo empezó en 2019, cuando descubrí por primera vez este antiguo poema", cuenta en entrevista, próximo a presentarse en la Ciudad de México. "Es una historia increíble sobre la búsqueda de un héroe, pero en realidad es como un viaje espiritual, una historia épica".
El relato de un pájaro mítico cuyo canto tiene el poder de redimir a los hombres y devolver la vida a lo marchito es el núcleo The Bird of a Thousand Voices (2024).
"El protagonista se embarca en un viaje para encontrar un pájaro mítico. Todo el mundo se ríe cuando se entera de que este héroe está buscando a ese pájaro, porque piensan que está loco. Pero este pájaro representa el reino espiritual al que hay que llegar, el camino del que no se regresa siendo la misma persona", formula.
Hamasyan traslada el poema, del que existen múltiples versiones, al contexto contemporáneo, marcado por la fragmentación y la incertidumbre.
"Cada avance tecnológico tiene su precio en la sociedad", reflexiona. "Estamos entrando en una era en la que no sabemos qué va a pasar con todo el desarrollo de la inteligencia artificial. Son tiempos emocionantes, pero también muy inciertos. Para mí es fundamental no perderse en lo material y mantener unida a la humanidad".
La intención de Hamasyan, un músico elogiado por Herbie Hancock, Brad Mehldau y el fallecido Chick Corea, es espiritual.
"El mensaje del proyecto es realmente el autodescubrimiento, superar las dificultades y los traumas, enfrentarse a uno mismo y a sus demonios, no tener miedo de tomar un camino difícil y emprender un gran viaje a hacer el bien en los malos tiempos".
Confiesa tener aún la fantasía infantil sobre la cultura armenia con sus mitos y leyendas.
"Cada vez más, es un viaje hacia el entendimiento de uno mismo a través de esta cultura", argumenta.
En esa búsqueda, los componentes visuales son una extensión natural del discurso musical.
"La música no necesita nada, ya es suficiente. Pero si tienes una idea concreta y las personas adecuadas se unen para formar un equipo, pueden surgir cosas realmente interesantes".
El espectáculo, según se describe, transporta al "público a un reino mítico donde la voz humana y la electrónica se entrelazan en una experiencia hipnótica de renovación espiritual".
"Me encanta la cinematografía, la fotografía, las artes visuales... Trabajar con artistas visuales y cineastas me alimenta como músico", recalca el ganador del galardón principal de piano en el Festival de Jazz de Montreux, Suiza, en 2013, y el gran premio en el prestigioso Concurso Thelonious Monk Jazz Piano de 2006, en Estados Unidos.
Concebida junto al artista holandés Ruben van Leer, la pieza combina elementos de teatro, cine y arte digital, con la participación de colaboradores internacionales, como el diseñador Boris Acket, la vocalista Areni Agbabian y el ilustrador Khoren Matveosyan.
La instalación escénica del proyecto, presentada en festivales europeos, involucra paneles de tela translúcida suspendidos sobre estructuras de aluminio que reaccionan a la luz y al sonido.
"Decidimos hacer una obra multimedia basada en esta historia", explica. "Se convirtió en un juego online (bird1000.com), luego siguieron capítulos cinematográficos y, por supuesto, la versión teatral, que es como un teatro transmedia, un teatro musical. Fueron un montón de grandes artistas los que pusieron mucha energía en este proyecto".
El álbum, lanzado en vinilo y CD, se acompaña de un libro-objeto con ilustraciones que cuentan la historia.
"Hay un gran concepto detrás de eso", dice.
Hamasyan, por primera vez en México, ofrecerá un programa centrado en este proyecto, aunque adelanta que incluirá también temas de su próximo álbum.
"Y hay una gran sorpresa, porque tocaremos una versión muy especial del sencillo que acaba de salir (War Time Poem)", adelanta.
El nuevo material, llamado Manifieste, será publicado el próximo 6 de febrero. Obedece a un deseo de explicarse a sí mismo lo que dice su música.
"Escribí una declaración de dónde me encuentro como ser humano, como músico, como artista. Hay diferentes temas en este nuevo álbum: la vida de un artista que pertenece a un grupo étnico que vive en una zona de guerra, el aspecto religioso, el viaje espiritual...".
Un pie en la tradición
Hamasyan no busca la cita literal, sino la integración del folklore a su lenguaje.
Exploró la música sacra armenia en su álbum Luys i Luso (Luz de la luz, en español), publicado en 2015, al cumplirse un siglo del genocidio armenio.
El título remite a la iluminación poética y espiritual.
Grabado con el Coro de Cámara Estatal de Ereván, entre los himnos y cantos de los siglos 5 al 20, incluyó aquellos del sacerdote y compositor Soghomon Soghomonian (1869-1935), conocido como Komitas, a quien los armenios asocian fuertemente con su identidad.
Aunque sobrevivió al genocidio de 1915, el musicólogo pasó los últimos años de su vida en hospitales siquiátricos. Entre los exiliados, su canción Antouni (Sin hogar) se convirtió en el símbolo de esa masacre.
En otro de sus discos, Athmosphères (2016), transformó algunas de las melodías folklóricas recuperadas por Komitas.
"La música folclórica armenia es como una lengua que aprendes, pero luego se convierte en parte de tu vocabulario musical. Quiero que la influencia esté presente, pero de una forma mucho más oculta. Si es demasiado obvio, algo no funciona", expresa.
Hamasyan se presentará el martes 21 a las 20:30 horas en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario (Av. Insurgentes 3000, Ciudad Universitaria).