-Mal augurio con renuncia de regidora 
-Sigue como foco rojo el distrito octavo 
-Flaco favor le hacen a Alejandro Domínguez

Fue asesinato ayer en calles de La Cantera otro custodio con nivel de mando en el Cereso de Aquiles Serdán, Nicolás Monárrez Gaxiola, encargado de comercio interno del penal, según el secretario de Seguridad Pública, Gilberto Loya Chávez.
El ataque armado, cerca de la esquina de Catedral de Chihuahua y Catedral de Guadalajara, cobró la vida del elemento y dejó lesionados a su hijo menor y a otro elemento de seguridad del penal, que le servía de escolta a la víctima.
Este fue el segundo ataque contra personal del Centro de Readaptación Social en las últimas tres semanas, pues el 31 de marzo fue asesinado José Guadalupe Medrano Rodríguez, comandante de turno de los custodios de la prisión estatal, cuando circulaba por el boulevard Juan Pablo II. 
En ambos casos existe la razonable suposición de que fueron blanco de una reacción criminal. Que fueron consecuencia mortal del traslado de más de 200 reos de los penales de Juárez y Chihuahua a penales federales, ordenado el pasado seis de marzo de este año.
Los tiempos permiten sospecharlo, dado que desde los Ceresos estatales era operada gran parte de la actividad delincuencial en las dos principales ciudades del estado, así que el traslado generó molestia entre los grupos que estaban más cómodos aquí que en los Ceferesos.
Entonces, esto sería consecuencia lógica, natural, de esa incomodidad que provocaron la autoridad federal y estatal a los grupos criminales, sacándolos de Chihuahua e impidiéndoles, aunque sea a medias, la operación a sus anchas de la que disfrutaban.
Pero surgen dudas de la estrategia de seguridad con estos dos ataques. En primer lugar, ¿nadie previó la reacción delincuencial que traería el traslado? ¿Tomarían las autoridades de seguridad las previsiones necesarias? A juzgar por el par de ataques fatales, no. Entendemos que las víctimas andaban desarmadas al momento de la agresión.
Además, ¿habrán sido atendidos justamente los reclamos de los custodios del Cereso de Aquiles Serdán, que protestaron al día siguiente de la ejecución de uno de sus comandantes? Entre las quejas estaba la forma en que los dejaban desarmados y expuestos a las venganzas de la delincuencia.
A todo esto hay que sumarle otra duda: ¿cómo pasó desde Juárez hasta Chihuahua una camioneta con reporte de robo, usada en el último ataque? ¿Cuántas complicidades debió sumar en el camino?
Sería muy irresponsable y hasta criminal que ese atinado traslado de reos de hace más de un mes, no hubiera contado con el necesario de una estrategia posterior de contención a las reacciones que ahora estamos viendo.

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Hace unos días, la regidora Cinthia Rubio, de Nuevo Casas Grandes, dejó su cargo público sin explicación alguna y sólo mediante oficio, después de dejar de ir a laborar los días previos a su renuncia formal.
Encargada de la cartera de Desarrollo Urbano en el cabildo local, Rubio Tabares fue quien promovió las primeras denuncias de corrupción contra la alcaldesa Cynthia Ceballos, hoy separada del cargo por estar detenida en el Cereso de Aquiles Serdán, vinculada a proceso en dos causas penales.
La edil se la jugó políticamente desde las exigencias iniciales a Ceballos Delgado para transparentar la enajenación de terrenos municipales que se habrían realizado fuera de la ley, no por desconocimiento sino para favorecer negocios privados.
Pero también, nos dicen los pobladores, se puso en riesgo por los otros posibles intereses delincuenciales a los que presuntamente favorecía la presidenta municipal imputada. Otros posibles intereses que siguen vigentes en la actual administración que encabeza la hermanastra de la primera, Edith Escárcega Escontrías.
Nadie sabe bien a bien qué llevó a la regidora a pedir su licencia definitiva del cargo, pero abundan las especulaciones sobre la presión que tenía encima. No es para menos, si ni suplente tiene y dejó una silla vacía en un cabildo que trata de controlar Escárcega para seguir por una ruta igual o más peligrosa que la de su antecesora.
Por eso, la dimisión de la edil es vista como un mal augurio para el ayuntamiento que lleva una conducción errática en materia política, de seguridad y financiera, que convierten al municipio en foco de atención permanente, pero siempre para mal.

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Es el distrito octavo de la capital, donde compite el priista Alejandro Domínguez como abanderado de la coalición PAN-PRI-PRD, el que sigue como foco rojo en el análisis de la coalición Fuerza y Corazón por México. Por algo de esta demarcación no han salido sondeos dignos de presumirse por los prianistas.
La competencia del tricolor contra un excompañero de su partido, Marco Quezada, ahora postulado por Morena, tiene secciones específicas con gran cantidad de votantes en las que el juego está bastante cerrado, por lo que la batalla apunta a convertirse en una de las más interesantes del estado.
Si las preferencias no acaban de favorecer a Domínguez, contrario a lo que ocurre en otros distritos federales del estado y los locales de la capital a favor de la alianza prianista, la diferencia habrán de marcarla las estructuras de los partidos en contienda.
Es decir, será el peso de la estructura del PAN, bien conformada por el alcalde con licencia y estratega principal de la capital, Marco Bonilla, contra la que hayan creado los morenistas, basada en sus padrones de programas sociales federales, desde la Secretaría del Bienestar.
Además, será ese peso de la estructura panista con lo poco que puedan aportar el PRI y el PRD, que sin duda tienen activos menores al albiazul, pero mayores a los que puedan sumar a la otra causa el Partido del Trabajo y el Verde, los aliados coyunturales de Morena.
Veremos si en mes y medio dicha contienda federal termina por definirse antes del día de la jornada o si, por el contrario, llega como moneda en el aire hasta ese día.

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Veamos los números en el octavo distrito: El PAN más o menos trae 78 mil sufragios, en el 2021 y el 2018, y el PRI, unos 50 mil…pero en el 2018, porque en el 2021, únicamente alcanzo 10 mil sufragios; veremos cuántos de esos votos priistas sobreviven a la desbandada que representó Quezada.
En el 2021 el candidato de la coalición encabezada por Morena, Fernando Tiscareño, obtuvo 56 mil votos en el distrito octavo.
Por esta estadística precisamente es que en el PRI debieran tener mucho cuidado en lo que están haciendo, porque acaban de colocar un espectacular rumbo al aeropuerto, en el cual aparece la foto de Alejandro Domínguez, pero con su primer nombre, César Domínguez, a quien ni en su casa conocen.
El político siempre ha utilizado su segundo nombre.
Quien haya mandado hacer la publicidad, la cual por cierto cumple con todas las de la ley, porque trae la nomenclatura de registro ante el INE, flaco favor hace al candidato, porque abulta su gasto de campaña, con un espectacular que es casi anti-campaña.