Cuando el ultraderechista Javier Milei obtuvo el triunfo en la elección presidencial de Argentina, Xóchitl Gálvez no dudó en felicitarlo: “¡En Latinoamérica soplan vientos para mejorar nuestros países! El pueblo argentino le puso un alto al mal gobierno y los malos resultados. Mi reconocimiento por esta histórica jornada electoral. Felicitaciones al Presidente electo @JMilei”. Aún y cuando después quiso recomponer su desliz, los mexicanos ya habíamos dado acuse de recibo de tan desafortunada expresión.
El extremismo del político argentino era más que conocido no sólo en su país, sino también en el exterior, pues los medios internacionales no dejaban de destacarlo de esa forma. Es por ello que, si cualquier persona que haya escuchado de las elecciones presidenciales en la nación sudamericana, conocía de la condición ultra de Milei, cuantimás quien cuenta con una trayectoria como la de Gálvez y que actualmente representa la oferta político-electoral del PAN, PRI y PRD. No hubo inocencia, sino conciencia, en la felicitación emitida por la candidata presidencial de “Fuerza y Corazón por México”.
Lo mismo sucedió al manifestar que “si a los 60 años no has podido hacer un patrimonio, eres bien güey”, ya que al señalarlo no lo particularizó a determinada persona, habiendo sido una expresión generalizada, más bien acorde con su afán de sentirse “chingona” en su persona y en todo lo que tiene que ver con ella. No le ha valido el querer reparar su señalamiento, pues igual ya quedó asentado en la bitácora de infortunios de su campaña.
Pero su comentario resulta por demás ofensivo e insensible ante los millones de mexicanos adultos mayores, que ya sea por esa desafortunada transmisión intergeneracional de la pobreza, o por sucesos laborales, de salud o económicos, no cuentan con un patrimonio como el de ella que lo logró a través de la “venta de gelatinas”.
Son millones y millones de mexicanos que viven en la pobreza y que no han tenido la posibilidad de salir, ya no digamos holgadamente de esa condición, sino de asomar medianamente en sus vidas aspectos que para otros pudieran ser comunes, como: el viajar; ir al cine; atenderse con médicos particulares; adquirir suficiente y adecuada vestimenta; trasladarse en vehículo propio, etc.
Y definitivamente no es por que sean “güeyes”, pues ellos fueron sometidos a la penuria por regímenes que por décadas les mantuvieron así, en un conveniente ciclo de “te apoyo en época electoral y me das tu voto”, lo que quieren hacer ver como si actualmente sucediera en el gobierno de AMLO. 
Ahora bien, ese señalamiento clasista de Xóchitl no involucra únicamente a los adultos mayores, pues estos cuentan con familias que, si no cambian las cosas y la derecha sigue poniendo obstáculos, de la misma manera llegarán a ser otros millones de “güeyes” en la concepción de la citada candidata.
Pudiera ser que la aspirante de la derecha refiera el éxito en cuanto a los “listos” que incursionan y han incursionado en la política, y que han forjado patrimonios de muy, pero muy dudosa reputación, ya que no dan las cuentas de lo que han percibido en su vida privada y en la función pública, con las grandes fortunas que tienen y que les permiten continuar con su lujoso tren de vida, aunque tengan años y hasta lustros sin trabajar. ¿Cuántos de estos le acompañarán en la contienda electoral con tamañas uñas ilusionados de que gane? Son miles de millones de dólares lo que muchos políticos y empresarios han dejado de percibir en forma indebidamente, al no detentar el poder que les ha dado en otras ocasiones la Presidencia de la República y las gubernaturas.
Tal vez la oposición debería considerar lo que Jesús Silva-Herzog mencionó en relación con el debate (según se lo atribuye Loret de Mola), en el sentido de que: “…el desempeño de Xóchitl fue un balde de agua fría para la oposición, ya va siendo hora que se acepte que no es la candidata que se pensó que iba a ser” (El eclipse de Xóchitl y sus fanáticos, artículo de Carlos Loret de Mola, El Universal, 09-abril-2024).
No hay que olvidar ese batidero del que proviene como candidata Xóchitl Gálvez, en el que Lilly Téllez echó pestes del mismo, José Luis Preciado Núñez hasta anunció su renuncia al PAN, Santiago Creel declinó a favor de Gálvez y Beatriz Paredes mejor se retiró presionada de la contienda en la que ya estaba definida a quien pondrían como candidata. El PAN no se iba a exponer que en una última encuesta Paredes le ganara a Gálvez, teniendo así una candidata emanada del PRI. Como en su momento lo manifesté, se me hacía que podía dar mejor batalla Beatriz para el Frente Amplio por México. 
Xóchitl se veía a sí misma como candidata, pero en la Ciudad de México, con amplias posibilidades de ganar según ella, y no tenía considerado el que fuera postulada en la elección presidencial, además de que su imagen en ningún momento ha dejado de ser inflada, como si ella fuera una personalidad de gran arrastre popular. 
Estoy convencido que en la coalición Fuerza y Corazón por México, así como su candidata, tienen plena conciencia de que carecen de toda posibilidad de ganar la elección presidencial, y de que están apostándole a que la Cuarta Transformación no consiga su Plan C que es la mayoría calificada en ambas cámaras del Congreso de la Unión. Claro, también está el caso de las prerrogativas que se otorga a los partidos a través del INE y que no quieren verlas mermadas; pero en cuanto al PRI y al PRD, está en franco juego su registro como partidos políticos.
Fox les llama a los pobres “huevones” y Gálvez “güeyes”, y con esas manifestaciones tal parece que no han entendido: en 2018 una gran mayoría de mexicanos ya decidió, y optaron por sacudirse a quienes ahora se presentan como si fueran otros. Pero el pueblo no es estúpido.