Cela vous dérange si nous nous tutoyons?

“Por favor, me pidió la dama, hábleme de usted” y yo la complací “claro, nací en la Ciudad Luz, mi infancia la pasé en Londres, la pubertad en Nueva York…” Y me interrumpió “No, me refiero a que no me hable de tú, sino de usted”. “Ah, perdóname, digo, perdóname tú, digo, perdóneme”.
Un amigo me dijo “…Y en esa ocasión me hablaron de usted” “¿De mí? ¡Pues no les crea! ¡son puras mentiras de mis enemigos políticos, ex esposas rencorosas, ex novias resentidas, amigos envidiosos o compañeros celosos! ¡¡es mentira que los engañé, traicioné o que les debo dinero!!” “¡No! ¡Me habló de usted una persona cortés a la cual me acababan de presentar!”.
Hablar de “usted” o de “tú” depende de cómo la percibimos: respeto o confianza; amabilidad o brusquedad; honor a su edad, grado académico o nivel social o económico; humildad o cercanía, por seguir la costumbre heredada de nuestros ancestros o bien inspirados por los tiempos actuales.
Si mis antepasados, amistades, profesores, superiores me hablan de “tú” no me ofende. Yo les hablo de “usted”. Solo rompo esa regla cuando me convencen de lo contrario “si vas a ser mi asesor, es mejor que nos tengamos confianza, vamos tuteándonos”. Y créanme, me es difícil por una razón sencilla: soy norteño.
He conservado amistades por muchísimos años a los que considero pares y sin embargo nos seguimos hablando de usted.
En muchos idiomas el usted no existe o desapareció. En inglés existía el “thou” pero está completamente en desuso. En Colombia generalmente se hablan así. En francés y en italiano sí existe la distinción. En ruso no. ¡Así, “ty, napaday na Ukrainu!”. Es indistinto a usted o tú “ataquen a Ucrania”.
Pero Oh tempora o moris; de unos años para acá el uso del “usted” está en periodo de extinción. Así, en los cines la chamacada te pregunta “¿Cuántos boletos vas a querer, amiguito? En los KFC igualmente “¿cuáles piezas vas a ordenar?”, “¿de qué sabor quieres tu refresco?”. Cuando te llaman te hablan de tú “Estamos para ofrecerte el siguiente servicio (o préstamo, u oferta, o garantía o tarjeta o intento de robo o fraude)”.
¿Será mi madura edad? No, desde joven me molestó que quienes tienen la misión de ofrecerte un servicio o son desconocidos, te tuteen.  Deberían capacitarlos para que se dirijan al cliente –el cual siempre tiene la razón- respetuosamente y de usted.
Yo sí les reclamo “por favor, de mi parte, diga a quienes le instruyen que aquí estamos en el norte del país, que somos muy educados sobremanera con las personas mayores y no nos gustan que nos hablen con tanta confiancita”.
En contraparte las cajeras, los tenderos, los alumnos, los policías viales (¿sería usted tan amable de ponerse la del Puebla?) la mayoría de los burócratas y empleados de la iniciativa privada, se dirigen con sumo respeto, lo cual es correcto. En la UNAM alumnos y estudiantes se hablan de tú. ¿Y qué…? vamos conservando esa bella e ilustrada manera de comunicarnos con nuestros semejantes. Por cierto, los sacerdotes e incluso los ex seminaristas son muy llevados, apenas nos conocen y nos hablan de tú. ¿Porque creen tener vara alta con el Creador les da ese estatus?”. De ninguna manera.
Por lo pronto pongo mi granito de arena. A quienes no conozco, así sean adultos o jóvenes imberbes, les hablo con respeto y dignidad: de usted. Conozco parejas que cuando se conocieron se hablaron de esa manera, se hicieron novios, se casaron y no pueden hablarse ni en la intimidad –según ellos platican- de tú. Es una exageración. Pero es decisión de ellos (ni en el amor ni en las discrepancias, ¡qué aburridos!).
Pues bien, hago de su conocimiento que hoy es mi cumpleaños y por tanto de esta fecha en adelante, por recomendación del médico, no me deben contradecir nunca para no afectar mi salud. Gracias.
Mi álter ego reflexiona: cuando el Poder Judicial sea completamente dependiente de los antojos de aquel que supuestamente viva retirado en su rancho y abuse de sus caprichos, nos preguntaremos: Y ahora, ¿quién podrá defendernos? Nadie responderá.