Las diferentes lenguas y dialectos que existen en el mundo nos permiten distinguir y narrar la realidad, que perciben nuestros sentidos -la vista, el oído, el olfato, el tacto- de manera objetiva; la realidad es una y nada más. Otra cosa es, que, cada quien interpreta esa realidad de manera distinta.
Unos prefieren matizarla, mutilándola, quitando ciertos eventos o sucesos que les parecen repulsivos, intolerables, imposible –para ellos- de digerir. Empero, muchas veces esa realidad es cruda, estremecedora y traumática, por eso, muchos hacen matices y, entonces surge una realidad distinta, incompleta, adaptada a los gustos personales de cada quien.
Ha surgido de tiempo acá, lo que llaman corrección política, eso, indiscutiblemente mutila, distorsiona el idioma: al cojo, ciego, tuerto, paralítico, manco, retrasado mental, no se le puede llamar de esa manera porque se incurre en “discriminación” sino que se les llama personas con discapacidad. Un marihuano dijo “yo ya no soy marihuano, soy farmacodependiente”. Así, además, a los indigentes -en USA “homeless”- aquí les llaman personas en situación de calle.
Además, a homosexuales y lesbianas le llaman “personas transgénero” que exigen derechos de ser reconocidos en la sociedad, como criar hijos con parejas de un mismo sexo. Hoy se pugna por el idioma inclusivo, palabras fuera del binarismo hombre-mujer: elles, todes, niñes, amigxs, hije. Etc. Ello, distorsiona el lenguaje como lo conocemos, y al mutilar el medio de comunicación, con sus símbolos y sonidos distorsionamos la realidad, ejemplo: las dictaduras dicen ser “democracias diferentes”.
Otro ejemplo es la negación de la realidad, lo que hace muchos años Hannah Arendt, llamó la muerte de la verdad, quien escribió que: “el sujeto ideal para un gobierno totalitario no es el nazi convencido ni el comunista convencido, sino el individuo para quien la distinción entre los hechos y la ficción, y entre lo verdadero y lo falso han dejado de existir”.
El presidente Andrés Manuel, y muchos otros de ideologías de izquierda, se han dedicado a negar la realidad, usar otros datos, matizar los hechos de violencia abrumadora que, todos los días dice a gritos que el país va al abismo, cosa que muchos han normalizado: secuestro, violaciones, desaparecidos, cobro de piso: doble impuesto que golpea a productores agrícolas, transportistas y empresas, mermando sus utilidades y trasladando esas pérdidas al consumidor final, creando una híper inflación.
El presidente, sin embargo, se ha negado a aceptar esa realidad, arguyendo –con todo el poder televisivo a su alcance de “las mañaneras”- que los medios amarillistas exageran las noticias; no obstante, las imágenes -que dicen más que mil palabras- son abrumadoras, no se pueden negar. Él argumenta que el reclamo de las madres de desaparecidos, es por manipulación de grupos conservadores por el timing electoral y las victimiza doblemente.
Otro aspecto es que “el pueblo sabio” –las bases del presidente-, por el poder de penetración de la TV en las “conferencias” ha aceptado una realidad alterna con otros datos, u ocultamiento de gastos como las obras prioritarias del gobierno como el Tren Maya, decretadas de seguridad nacional, de manera que no sabremos con exactitud cuánto se gastó, y cómo maneja el ejército el abultado presupuesto que se le ha asignado discrecionalmente.
Así que, al ciudadano lo que le queda es informarse por diferentes medios y portales confiables, para formarse un concepto más acertado de la realidad sin matices.
Opinión
Martes 07 May 2024, 06:30
La corrección política y la distorsión del lenguaje
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Jaime Rodríguez Chacón
