Muchas cosas se dicen de la reforma judicial, por defensores y detractores, siendo el punto central de la discusión por ambas partes, el tema de los derechos laborales de los trabajadores, que como lo mencioné en mi pasado artículo no debería preocupar, pues la reforma va dirigida únicamente a la renovación total de los jueces, magistrados y ministros del país, y no toca para nada a los trabajadores, tanto de base como de confianza. 
Lo que no sabía, y fue mi sorpresa, el escucharlo de un trabajador sindicalizado de Ciudad Juárez del Poder Judicial de la federación, que no forma parte de la protesta y paro de los juzgados federales en todo el Estado (del Sindicato grande que agremia a 320 trabajadores), es que ellos, como trabajadores sindicalizados, no son tomados en cuenta, como sucede con todos los sindicatos en su relación obrero-patrón, para las designaciones, ascensos o promociones.
Por poner un ejemplo de dos sindicatos del gobierno, en el IMSS e ISSSTE sus sindicatos participan en la bolsa de trabajo y escalafones o ascensos, y tienen derecho de preferencia para las vacantes los familiares de los trabajadores sindicalizados, y para ingresar o ascender en los distintos niveles no sólo son preferentes sus integrantes, también forma parte de los comités de bolsa de trabajo, cosa que no ocurre ahora en el sindicato del Poder Judicial de la Federación y que con la reforma ahora sí sucederá.
El sindicato de los trabajadores del Poder Judicial de la Federación no sólo no es tomado en cuenta para el ingreso, ascensos y escalafones, y mucho menos participan en los procesos de asignaciones de las plazas vacantes, además sus condiciones generales de trabajo pueden ser alterados por el consejo de la judicatura mediante acuerdos,  pues sobre el personal del juzgado quien decide es el titular en conjunto con el consejo de la judicatura federal, e incluso, el consejo se torna como un legislador dictando acuerdos, en cuestiones de derechos laborales.
Por eso, considero que no se ha resaltado el beneficio que obtendrán las y los trabajadores sindicalizados del Poder Judicial de la Federación con la reforma, pues al desaparecer el consejo de la judicatura federal y quitarle el poder a los titulares de los juzgados de las designaciones de las plazas (los dejan en su papel únicamente de juzgadores y ya no el de administradores de su personal porque eso es lo que ha propiciado el nepotismo e influyentismo), entonces el sindicato asumirá el rol que siempre debió tener y se le ha negado.
Esto sucederá así pues ahora los jueces perderán el poder que tenían sobre el personal, y ahora se le otorgará a un órgano de administración judicial como lo expliqué en el pasado artículo, compuesto por cinco miembros o consejeros que durarán seis años en el cargo (designados por la corte, el legislativo y el ejecutivo), los cuales se encargarán de la administración del personal de los juzgados de distrito y demás tribunales, con procesos de designaciones y ascensos basados en el respeto a los derechos de los trabajadores, donde el sindicato ahora sí será tomado en cuenta, necesariamente, por ser ellos quienes defienden a los trabajadores.
Es importante por eso que los trabajadores sindicalizados, quienes son la mayoría y son los que sostienen al poder judicial federal, conozcan que la reforma no sólo no toca sus derechos, por el contrario, les permitirá ser tomados en cuenta en los procesos administrativos de designaciones de plazas y escalafón.
Con sorpresa también me contó dicho trabajador que muchos no están participando porque ya saben que ellos no serán afectados, aunque insistan los titulares de los juzgados en asustarlos para que participen en el paro y en las marchas, y respecto al tema de la carrera judicial están conscientes que raramente se respetaba pues únicamente los familiares e influyentes, en su mayoría, accedían a los más altos puestos o titulares de juzgados, como se ventiló en un estudio de 2019 de mexicanos contra la corrupción que arrojó que al menos 500 jueces y magistrados tienen trabajando en el Poder Judicial a sus esposas y familiares, siendo más de 7 mil servidores públicos.
La reforma judicial abre entonces ventanas de oportunidad para los trabajadores sindicalizados, y como me dijo él, aceptan que cuando hay cambios hay que adaptarse a ellos, y más, cuando no afectan sus derechos sino únicamente a los patrones, como son vistos los jueces, magistrados y ministros, porque ellos mismos se empeñaron en ser vistos, respetados y tratados como tal (la mayoría), sintiéndose ajenos no sólo a los trabajadores sino a la sociedad, por los mega sueldos y lujos, que los alejaban de la realidad social mexicana, que con la reforma se acabarán. Bien por los trabajadores sindicalizados que no están siendo engañados y se están dando cuenta que esta reforma les puede beneficiar.