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En medio de claroscuros la mandataria federal le sorraja al tío Sam: “México no es piñata de nadie”.
Al encabezar la ceremonia de arranque de viviendas del Bienestar en Campeche, Claudia Sheinbaum se dejó ir con todo para responder a las críticas que funcionarios norteamericanos hacen hacia México: “que mejor se dediquen a atender a su país, que bastantes problemas tiene”.
Tómala, en el mero trompo la reacción de la presidenta a las constantes amenazas, amagues y cuestionamientos que el mismo presidente, funcionarios de la Casa Blanca y legisladores le prodigan al gobierno de la 4T.
Hay que decirlo, el contexto en que CSP responde a los duros señalamientos del gobierno republicano de los Estados Unidos ocurre cuando de este lado del Bravo, legisladores de Morena pretenden restringir la libertad de expresión en México.
La semana pasada fue muy difícil para la presidencia de la exrepública que incluso la ONU advirtió sobre los graves riesgos para los derechos humanos aprobar la reforma que pretende el segundo piso de la transformación al regular y censurar lo que al Gobierno no le convenga.
En los casi seis meses de que inició el segundo mandato de Donald Trump, éste se ha dirigido con dureza a su socio comercial más importante, acusando y amenazando con imponer aranceles a las exportaciones mexicanas si no cumplen sus demandas.
Sobrada y reiteradamente la administración Trump ha señalado que el Gobierno de México facilita la inmigración ilegal hacia suelo norteamericano, que es permisivo con el tráfico de fentanilo más allá de las fronteras y consiente al crimen organizado, a los que cataloga como terroristas.
Las tensiones entre México y Estados Unidos continúan; sin embargo, las amenazas de posibles ataques con drones a los cárteles mexicanos se han ido difuminando y las intrigas de las presuntas detenciones de políticos de Morena ligados al narcotráfico poco a poco se han diluido.
Lo anterior encuadra en un esquema de estrategia política por parte de Donald Trump que, si bien está enfocada en mantener el ánimo de los seguidores republicanos, ciertamente ha sido ineficaz en los resultados porque la popularidad del presidente norteamericano se ha desinflado.
Contrario a lo que le sucede con Trump, la presidente Claudia Sheinbaum, pese a ser cuestionada por ceder a casi todas las pretensiones del mandatario estadounidense, ha conseguido imponer su agenda legislativa, obteniendo poder absoluto y encumbrada por una supuesta popularidad del 85%. El doble de lo que tiene su par gringo.
En términos reales ha sido CSP la ganona en estas tensiones provocadas por Trump.
Es evidente a todas luces que los Estados Unidos no es más grande, quizás unos cuantos miles de millones de dólares más en las cuentas del tesoro norteamericano, pero nada que indique que las variables económicas sean diferentes a los promedios de los últimos 40 años.
México tampoco es mejor con la 4T, por lo contrario, la división de poderes ya no existe, la deuda es mayor que nunca, el sistema de salud es peor que hace 40 años y la inseguridad empeoró, pero bajaron un poco los homicidios dolosos, eso sí, como consecuencia de las presiones del norteamericano.
En este contexto debo decir que, en este primer semestre de presiones de Trump al gobierno de Claudia Sheinbaum, la mandataria mexicana obtiene los mejores resultados en su persona, subrayo, en su persona.
Esto pasa cuando dos gobiernos del mismo corte populista se enfrentan. Hay una constante que se sostiene ante las variables, es decir, el respetable siempre prefiere al rival en apariencia más débil y, al menos en México, cae mal que un hombre abuse de una mujer.
Ahí están los números, son fríos, Trump desciende en aceptación y Claudia aumenta.
La presidenta toma aire, se anima y le responde con fuerza a Trump y a su camarilla.
Ante el riesgo de que en la Casa Blanca el grupo de machitos que la habitan hoy en día se sientan ofendidos por el desplante y endurezcan no sólo el discurso, sino también las acciones, es posible que encuentren resistencia en el Capitolio porque hay republicanos disgustados con el rumbo que tomaron los cosas con el regreso de Trump.
En resumidas cuentas, Sheinbaum le echó sal a la herida que se abre entre los republicanos y agranda el boquete que los estadounidenses pueden hacerle a Trump en las elecciones intermedias parlamentarias y en los estados en disputa electoral.
Es cuanto.