Ciudad de México.- En un rancho de Sonora un individuo estaba destazando una res que tenía colgada, ya sin cuero, de la rama de un árbol. Llegó un guardia de la Policía Ganadera y le preguntó de quién era la vaca. "Mía" -respondió el sujeto. Le pidió el gendarme: "Enséñame el cuero". Quería ver el fierro o marca del animal. "No hay cuero -opuso el otro-. La vaca nació bichita". En Sonora la palabra "bichita" quiere decir encueradita. El término "cuero" sirve en lenguaje coloquial para designar a la persona guapa, dueña de visibles atractivos físicos. Es de los muy raros vocablos usados tanto por machistas como por feministas. Igual se puede decir: "Fulana es un cuero" que: "Mengano es un cuero". Rosibel, linda secretaria, le comentó a su compañera Susiflor: "El nuevo gerente es un cuerazo. Mira qué gran silueta tiene". "No es la silueta -aclaró Susiflor-. Es el llavero que trae en el bolsillo del pantalón". Un cuerito es una chica bien formada. Don Cucurulo les contó a sus amigos en el Bar Ahúnda: "Anoche me pesqué un cuerito". "¿De veras?" -preguntó uno, escéptico, pues la edad y traza del declarante no eran para creer lo que decía. "Sí -confirmó don Cucurulo pesaroso y dolorido-. Me pesqué un cuerito con el zipper de la bragueta". Ahora cambio de tema. Cumplidos los rituales del funeral del buen Papa Francisco, limpio ya el aire de Roma con la salida de Trump, se reunirán en cónclave los cardenales para elegir al nuevo pontífice de la institución cuya liturgia es la segunda en antigüedad en el mundo de occidente. La más antigua es la liturgia de la fiesta brava, inalterada desde hace luengos años, en tanto que la Iglesia Católica modificó la suya en el Concilio Vaticano Segundo (1965), de modo que sus actuales ritos son relativamente nuevos. Cambió el latín de la misa por la lengua vernácula. Dejó a las iglesias horras de imágenes de santos, con una iconoclastia copiada del protestantismo. Olvidó las bellezas del canto gregoriano, y en su lugar llevó a los templos música popular, en nuestro caso de mariachi, como hizo Méndez Arceo en Cuernavaca. (Cierto señor puso en esa ciudad una cantina a la que llamó "La catedral". En ella se oía de continuo música sacra, escuchada en reverente silencio por cultos y sensibles parroquianos. Declaraba el contestatario dueño de aquella singular taberna: "Si en su catedral el obispo pone música de cantina, en mi cantina yo pongo música de catedral". Nadie me tache de conservador por decir todo esto. Me considero progresista; de tiempo atrás he criticado el celibato sacerdotal, que hace violencia a la naturaleza humana y obedece a cuestiones puramente crematísticas, o sea de dinero. Igualmente he insistido en la necesidad de que la Iglesia, discriminadora de la mujer, le permita acceder a las funciones sacerdotales, lo cual pondría a la institución a tono con la realidad actual y la salvaría de la decadencia en que se encuentra. El Papa Francisco, de feliz memoria, se mostró progresista, pero en la mayoría de los casos lo fue más de palabra que de obra. Su prudencia y la oposición del sector tradicionalista del Vaticano evitaron que hiciera las reformas que con urgencia requiere la Iglesia. No se me escapa que estoy pisando terrenos peligrosos con la osadía que la ignorancia da, pero también los laicos tenemos nuestro sermón. Ya sé que el mío caerá cual piedra en pozo. ¿Celibato opcional? ¿Sacerdocio de la mujer? Como dijo el señor cura a quien ya he citado aquí. Un joven presbítero le preguntó si alguna vez la Iglesia permitirá que los sacerdotes se casen. Respondió apesadumbrado el santo varón: "Uh, padre! ¡Eso lo verán nuestros hijos!". FIN.
MIRADOR.
Por Armando FUENTES AGUIRRE.
Si los vegetarianos probaran la barbacoa que hacemos en el Potrero de Ábrego se acabaría el vegetarianismo en México.
Es de pozo, como Dios manda. (Imagino al Padre Celestial sentado en su trono y decretando con majestuosa voz: "La barbacoa debe ser de pozo"). Envuelta herméticamente en fuertes lienzos, y con añadidura de pencas de maguey que le darán sabor, la carne se mete a eso de los 8 de la noche en el pozo con piedras hechas lumbre; se tapa con tierra bien cernida para evitar que se salgan el calor y el humo, y se saca en la mañana a la hora del almuerzo.
¡Qué delicia! No es esta barbacoa bocado de cardenales, y ni siquiera de Papas. Es manjar divino que se disfruta con tortillas de harina y de maíz, cilantro y cebollita, salsa roja bien picosa y acompañamiento del café serrano que se bebe en la montaña. ¿Gula? ¡Qué chingaos! Pecado es hacer de esta delicia un pecado.
Y aquí suspendo la escritura. Estoy recordando esa barbacoa del Sábado de Gloria en el Potrero, y me resulta muy difícil escribir con la boca hecha agua.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS.
Por AFA .
". Regresó Trump de su viaje a Roma.".
Llegará, a mi parecer,
después de ese corto viaje,
con más saña, más coraje,
y más ganas de joder.