La vida es más sabrosa
en el mar…y entre redes
¿Nos ha dejado de interesar la democracia como sistema de gobierno y convivencia social? O acaso ¿la hemos cambiado por otro principio que consideramos más importante para desarrollarnos plenamente?
¿Estamos a punto de llegar al grado de que pensar diferente puede ser un delito y no tenemos conciencia ni interés de ello?
Por lo que se ve en el país, hasta la libertad de expresión la hemos bajado de jerarquía y no queremos ver que en pleno siglo XXI, cuando deberíamos haber ascendido a niveles superiores de libertad de opinión, crítica y participación, en un retroceso increíble surgen casos de detractores de la libertad de expresión desde cúpulas de poder.
Permanecemos ajenos a los pretextos o justificaciones como evitar “discursos de odio” por no decir taparle la boca a los opositores, a los ciudadanos que no piensan de manera similar a los gobernantes en turno y volvemos a tiempos en que hay que pedir disculpas, presionar a humillarse a pedir perdón público a un legislador impresentable. O también a una gobernadora que inició un juicio penal contra un periodista ya jubilado, exigiendo cárcel y una alta multa y que posteriores escritos de él deberían ser aprobados por un personera de la gobernadora del sureste del país.
Es el México actual y real. Es el México exmágico o el exMéxico del cuerno de la abundancia que ahora, gran parte del territorio nacional, es controlado por el crimen organizado, extorsionando y amenazando a productores agrícolas, pidiendo permisos para extraer madera del bosque, minerales de las minas, controlando a productores de aguacate y limón, poniendo comandantes de policía, exigiendo a municipios cuotas y obras.
La pregunta obvia es: ¿y los mexicanos? ¿los ciudadanos que cada día salen a trabajar con su mejor esfuerzo para elevar las condiciones de vida, para llevarle a sus hijos alimento y educación, salud y ropa? ¿y los mexicanos que siguen con la quimera de que México sea una Nación fuerte, sólida, con visión de futuro, con avances en la educación, mejores y suficientes empleos?
El problema es que también hay un ejército alineado para recibir y votar por quien les indiquen con una visión corta, individualista y sin ánimo patriota que vive entre redes, que prefiere estar enredado e imaginarse que está descansado en la playa porque en el mar, la vida es más sabrosa.
Si bien, las formas de gobierno van evolucionando al paso de los años y generaciones, se considera que se trata de avanzar en calidad de democracia, convivencia política, pluralismo e igualdad de oportunidades. Pero también hay movimientos de reversa, de involución y de retroceso en gobiernos que asumen el poder por la vía democrática y cuando lo ostentan, cambian radicalmente y caen en la tentación del autoritarismo.
Esa es la trampa del populismo. Hay populismos de izquierda y de derecha, pero al fin, modelos de gobiernos que de manera aberrante dicen mentiras a la población, disfrazadas de verdad. Pero lo más aberrante es que la población, con hablarles al “oído popular” caen bajo el canto de las sirenas que se lanzan al mar tras bellos seres -mitad mujer, mitad pescado- y ahí los devoran.
Una de las estrategias para engañar es el cambio o modificación del lenguaje. Le dan otro sentido e interpretación para agradar e hipnotizar. Esa hipnosis social genera una inmovilidad o parálisis, mientras el país se cae a pedazos. No hay capacidad de respuesta por los somníferos “populistas”.
Para entender el populismo, una de las claves está en la demagogia que el filósofo Aristóteles había señalado como la degeneración de la democracia. Con el lenguaje popular embelesan los oídos, exigen democracia cuando no son gobierno, pero luego, al obtener el poder, cancelan el sistema democrático que les permitió llegar. Por eso cancelan la democracia, porque es el camino por el que llegaron y ya no desean que otros accedan al poder. Llegan al poder para no soltaron, para eternizarse en el poder.
Algunos identifican el populismo con la llegada al gobierno a través de la democracia “liberal” o burguesa por una escalera y cuando llegan a la cima, tiran la escalera para que nadie más suba. Por lo que antes pelearon para resultar beneficiados electoralmente, cuando gobiernan lo desechan para no beneficiar ahora a su oposición.
El populismo fácilmente se identifica en gobiernos que cuando eran oposición eran implacables para criticar al gobierno en turno por cualquier comportamiento. Pero cuando son gobierno, sus reclamos de antes se convierten en modus vivendi cuando gozan del poder.
En el discurso político o lenguaje populista, la regla es etiquetar a los pobres como buenos y a los ricos como malos. Eso en un principio porque cuando ya están en el poder, viven como ricos, pero siguen hablando con un lenguaje de pobres, mientras a la población le dan dádivas minando la cultura del trabajo.
Quienes fueron parte de la campaña los llamados Ninis (ni trabajan, ni estudian) porque “no tenían oportunidades” les ofrecieron cambiar radicalmente su vida, ofreciéndoles trabajo y educación. El resultado es que los ninis, al paso de los años, siguen siendo ninis, aunque ahora becados o subsidiados para obtener el favor y respaldo. Algunos ninis aprovecharon la oportunidad, pero la mayoría son ninis segunda generación que reciben su “beca” y siguen sin trabajar ni estudiar, creando una generación improductiva, que desdeña la cultura del esfuerzo y de la legalidad.
La esencia de los populismos es multiplicar la pobreza. El pobre es una estrategia política, para ganar las elecciones.
El expresidente de México dijo que “ayudando a los pobres, va uno a la segura, porque ya se sabe que cuando se necesite defender la transformación se cuenta con su apoyo, no así con sectores de clase media, ni con los de arriba, ni con los medios, ni con la intelectualidad. Entonces, no es un asunto personal, es un asunto de estrategia política”.
Agustín Laje[1] en una entrevista dijo que los políticos se han convertido en cazadores de frustrados sociales y de resentidos sociales, el político te alivia de la carga de tu obligación y de tu responsabilidad. El político te dice “nada de lo malo que surja en tu vida es tu culpa, siempre va a ser culpa de otro, yo te voy a decir de quién es la culpa y voy a combatir a ese que tiene la culpa”.
La presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso expresó que el populismo lo que quiere es despojar al hombre de libertad y para hacerlo le tienen que quitar su propiedad, le tienen que debilitar económicamente, tienen que borrar su historia, tienen que reducir la calidad de la educación en un plan de tenerlos analfabetos o menos educados y además pobres y adoctrinados. En México ya están cambiando la historia por una nueva oficial en los textos de los niños, para reprogramarlos a futuro. Una nueva historia a modo.
Y con la población abierta, han asaltado las redes sociales, aprovechando la dependencia y adicción para atacar a sus críticos, eliminando la libertad de expresión y de prensa. Ese sendero es muy transitado por gobiernos que se perfilan a dictaduras o gobiernos autoritarios. Son intolerantes por lo que antes reclamaban como derechos y represión.
Así, se convierten en hipócritas de doble careta. Con una juzgan y con otra actúan, pero son los mismos.
[1] FEINMANN, Eduardo (2023) 10 Lecciones para salir de la trampa populista , editorial Planeta, Argentina.