¿Le resulta familiar el estilo de gobernar del recién nombrado presidente de los Estados Unidos de América? ¿No le parece como que ya hemos escuchado y visto esa forma de gobernar en algún lado?
No sé usted, pero nosotros los mexicanos llevamos seis años de ventaja en cuanto a que ya tuvimos un gobernante populista y con una gran aceptación. Los estadounidenses empezaron a vivir estas experiencias con el particular estilo de Donald Trump, aspectos no tan marcado en su primer periodo como presidente de esa poderosa nación.
Para muchos más, Trump tiene muchas similitudes en su actual estilo político y liderazgo, a pesar de sus diferencias ideológicas y de contexto con Andrés López Obrador.
Ambos manejan un discurso antisistema y populista y se presentaron como líderes ajenos a la élite política tradicional, criticando a los partidos y políticos ya establecidos.
Los dos prometieron una transformación radical de sus respectivos países: Trump con "Make America Great Again" y AMLO con la "Cuarta Transformación".
Los dos acusan a la prensa de estar en su contra y de difundir noticias falsas. Trump usó el término "Fake News Media", mientras que AMLO habla de "prensa fifí", "conservadores" o "medios vendidos".
De hecho, los dos prefieren comunicarse directamente con la gente: Trump mediante Twitter (ahora X) y AMLO con sus conferencias mañaneras.
Manejan un nacionalismo económico y protección del país; priorizan la soberanía económica y buscan reducir la dependencia extranjera.
Trump impulsó el "America First", promoviendo la industria y el empleo local mientras que AMLO fomentó la autosuficiencia energética y la inversión estatal en Pemex y CFE.
Tienen desconfianza en los organismos autónomos; criticaron a instituciones reguladoras e independientes a las cuales consideran obstáculos para sus proyectos, por eso Trump atacó al FBI, la Reserva Federal y la Corte Suprema cuando tomaban decisiones en su contra.
AMLO por su parte siempre criticó al INE, al Poder Judicial y a organismos autónomos, buscando su reforma.
Tienen una gran base de seguidores leales y fieles que los ven como líderes fuertes y auténticos a pesar de críticas y escándalos; sus bases de apoyo se han mantenido firmes.
Hacen uso de referéndums y la movilización popular. Andrés Manuel impulsó consultas populares para legitimar decisiones como el aeropuerto de Texcoco o la revocación de mandato y Trump, aunque no promovido referéndums, alentó movilizaciones como la del 6 de enero de 2021 en el Capitolio.
En cuanto a la política de seguridad controvertida Trump impulsó políticas de mano dura contra inmigrantes y el crimen y AMLO la estrategia de "abrazos, no balazos", aunque también militarizó la seguridad con la Guardia Nacional.
A pesar de estas similitudes, resulta muy interesante ver que sus ideologías son totalmente opuestas: Trump representa la derecha conservadora y el capitalismo agresivo, mientras que López Obrador se inclina hacia el nacionalismo de izquierda y un estado más interventor.
Además de los puntos mencionados, Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador (AMLO) comparten otras similitudes en su estilo de gobierno, estrategia política y forma de comunicación.
El carisma y estilo de liderazgo personalista es otra de las similitudes ya que ambos tienen una personalidad fuerte y dominante, lo que les ha permitido mantener el control sobre sus partidos y movimientos políticos.
Son vistos como figuras centrales en sus respectivos proyectos políticos, al grado de que sus partidos dependen en gran medida de su liderazgo.
Los dos tienen un desdén por la expertocracia y las elites intelectuales ya que han minimizado o ignorado opiniones de conocedores y académicos en temas claves y de trascendencia.
Por ejemplo, Trump descalificó a científicos en temas como el cambio climático y la pandemia mientras de Andrés Manuel criticó a economistas, sociólogos y especialistas que cuestionaron sus políticas, así como por minimizar la pandemia.
En sus discursos hacen uso de la religión y los valores tradicionales, aunque no son especialmente religiosos; han utilizado símbolos y valores tradicionales para conectar con ciertos sectores de la sociedad.
Así vemos que Trump se acercó a grupos evangélicos conservadores para ganar apoyo y AMLO expresó su admiración por el cristianismo; usó frases como "bendito pueblo", además de promover un discurso moralista.
Sus gobiernos altamente polarizantes, generan amor y odio en la sociedad, sus seguidores los ven como líderes transformadores, mientras que sus opositores los acusan de autoritarios y demagogos.
Es tanto el parecido que los dos han dividido a sus países en dos bloques bien diferenciados: los que los apoyan y los que los rechazan.
Chocan con empresarios y el sector privado, aunque desde enfoques distintos.
Trump presiona a empresas para que fabriquen en EE.UU. y amenaza con aranceles a quienes produzcan en el extranjero.
AMLO criticó a empresarios que considera parte del "modelo neoliberal", aunque también negoció con algunos para ciertos proyectos estratégicos.
Trump habla de "drenar el pantano" en Washington, prometiendo acabar con la corrupción y la burocracia y López Obrador se refirió a su gobierno poniéndolo a la par de la Independencia, la Reforma y la Revolución.
La relación es compleja con las fuerzas armadas ya que, aunque sus discursos difieren, ambos han dado un papel central a los militares en sus gobiernos.
Trump aumentó el gasto militar y se rodeó de generales en su gabinete mientras que AMLO entregó las Fuerzas Armadas y les asignó tareas como la construcción de obras, la administración de aduanas, el manejo del Tren Maya y el control de la Guardia Nacional.
Ambos han construido un estilo populista y hablan de atacar la corrupción (Pero con excepciones), como una de sus principales banderas.
Trump prometió "drenar el pantano" (Drain the Swamp) y AMLO lanzó su política de "no mentir, no robar, no traicionar" sin embargo, ambos han sido acusados de proteger a aliados cercanos involucrados en escándalos.
Hay un marcado desdén por lo políticamente correcto, no tienen problema en insultar a adversarios o realizar declaraciones polémicas. Trump con sus apodos como "Sleepy Joe" (Biden) y "Crooked Hillary" (Clinton).
AMLO con frases como "corruptos, fifís, neoliberales, traidores a la patria".
Tienen preferencia por proyectos de infraestructura icónicos ya que ambos apostaron por grandes obras para dejar un legado.
Trump con el muro fronterizo con México, como símbolo de su política migratoria, y AMLO impulsó proyectos como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el AIFA.
No reconocen las derrotas, Trump nunca aceptó su derrota en las elecciones de 2020 y denunció fraude sin pruebas y Andrés Manuel cuestionó varias elecciones pasadas, especialmente las de 2006 y 2012, asegurando que hubo fraude en su contra.
La familia con influencia en el gobierno: Trump le dio puestos clave a su hija Ivanka y a su yerno Jared Kushner, en tanto López Obrador fue criticado por la influencia que en todo momento ejercieron sus hijos en decisiones políticas y empresariales.
Ambos han fomentado un discurso de "ellos contra nosotros", dividiendo a la sociedad en grupos antagónicos. En Estados Unidos habla de "patriotas" contra los "liberales radicales" y aquí en México continúan con los "conservadores y neoliberales" contra el "pueblo bueno".
El regreso de Trump, por un lado, parecería que generará un territorio estadounidense más dividido, con políticas económicas proteccionistas, una inmigración más restrictiva con grandes deportaciones y un debilitamiento del sistema democrático, pero también podría traerles más incentivos para la industria nacional y una política exterior más agresiva.
En México todo indica que el gobierno de Sheinbaum hará una continuidad al sistema impuesto por AMLO, con un enfoque en programas sociales y militarización. Sin embargo, su capacidad de gobernar dependerá de la economía, el control del Congreso y reducir la violencia sin afectar las instituciones democráticas.
Como vemos, a pesar de las grandes similitudes, las diferencias de fondo, son muchas, lo cual nos plantea un escenario de mucha tensión para los próximos años.
No son muy descabellados algunos análisis que advierten que el escenario seguirá siendo de mucha crisis económica, política, social y de inseguridad para México, pero también para los Estados Unidos de América.