Ciudad de México.- La izquierda democrática de Sudamérica determinó darle la espalda al dictador venezolano Nicolás Maduro; es así que Lula da Silva de Brasil, Gabriel Boric de Chile y Gustavo Petro de Colombia rechazaron asistir a la toma de protesta el pasado 10 de enero y con esa actitud no avalaron el resultado fraudulento de las elecciones, las cuales consideran no fueron libres y menos trasparentes.
Abandonado a su suerte por la izquierda de Sudamérica, el gobierno venezolano se va quedando solo y de no ser por el respaldo que recibe de Cuba, Nicaragua y México, estaría en el ostracismo y el abandono total.
La figura de Nicolás Maduro y el régimen que encabeza es de oprobio y vergüenza, tan es así que el presidente chileno Gabriel Boric no dudó en calificarlo como una dictadura y como un acto de protesta y deslinde determinó retirar a su embajador en Venezuela.
Gustavo Petro, presidente de Colombia también se negó a asistir al acto protocolario aduciendo que las elecciones no fueron libres; esa misma determinación tomó Gustavo Petro, quien dijo no poder reconocer unas elecciones que no fueron libres, pidiendo que vuelvan a realizarse sin bloqueo ni intimidación a la oposición y con la solicitud de liberar a todas las personas detenidas por razones políticas en Venezuela, entre ellas a la máxima figura opositora, Corina Machado, detenida el 9 de enero durante una manifestación de apoyo a Edmundo González, el candidato presidencial que con las actas en la mano demostró ser el auténtico triunfador del proceso electoral.
Y mientras esos gobiernos de izquierda de Sudamérica no solapan las trapacerías de Nicolás Maduro, desde México pareciera que se ve otra realidad y todavía expresamos públicamente una amistad al pueblo de Venezuela, que en realidad es un apoyo al gobierno de ese país. Si la amistad fuera con el pueblo venezolano, entonces se dejaría de apoyar con recursos al gobierno dictatorial de aquella nación.
Pero la pasividad del gobierno mexicano es todavía más oprobiosa cuando se queda callado ante los ataques del gobierno de Venezuela contra personajes mexicanos.
El ministro del interior venezolano Diosdado Cabello dio a conocer que los expresidentes de México Vicente Fox Quezada y Felipe Calderón Hinojosa son personas non gratas en su país y que en caso de pisar territorio venezolano de inmediato serán detenidos y encarcelados.
En Venezuela saben perfectamente que el actual gobierno de Claudia Sheinbaum no simpatiza para nada con ambos exmandatarios, a los que ubica como parte de los gobiernos neoliberales; por ello es que se atreve a amenazarlos con la cárcel si acaso deciden acudir algún evento en apoyo a Edmundo González.
Pero por más inquina, resabios y agravios políticos tenga en lo personal Claudia Sheinbaum contra Vicente Fox y Felipe Calderón, en lo institucional y como parte de un gobierno democrático no puede permitir que un gobierno extranjero amenace a dos personajes de la vida pública de México.
Luego de la amenaza, ni la presidente Sheinbaum Pardo ni el titular de la Cancillería, Juan Ramón de la Fuente han asumido el tema; ni una sola nota diplomática de reclamo al gobierno venezolano por esa actitud hostil, solo complacencia y permisividad para el dictador.
En los últimos años, México se ha convertido en el refugio de los dictadores: le dimos asilo a Evo Morales, incluso se mandó un avión para trasladarlo a nuestro país cuando su gobierno fue derrocado y se le ha seguido apoyando a pesar de que ahora se sabe que es un dictador.
El gobierno de México se solidarizó con Pedro Castillo, presidente de Perú a pesar de su corrupción y el pésimo manejo administrativo en aquel país; fuimos a Ecuador a socorrer a funcionarios de Daniel Noboa, luego que fuera destituido por estar vinculado con grupos de narcotraficantes; ninguno de estos personajes fueron gobernantes distinguidos por su espíritu democrático, pero eso no importó porque eran de izquierda y se les debía dar cobijo y protección especial.
Ahora que el gobierno de Nicolás Maduro se tambalea y es rechazo por otras naciones, a quien le hacen un vacío y le hacen sentir un profundo rechazo, nada más falta que el gobierno de Sheinbaum Pardo envíe un avión de las fuerzas armadas mexicanas para rescatar a su amigo y así como a Evo Morales, darle asilo en México y una pensión de 100 mil pesos para que pueda sobrevivir.
En el pasado, México fue un refugio para perseguidos políticos de gobiernos dictatoriales de izquierda y derecha; ahora le damos apoyo económico, cobijo político y respaldo internacional a los dictadores que masacran y encarcelan a sus pueblos.