Ciudad de México.- En el conocido Bar Ahúnda el cantinero, compasivo por obligación, oía los desahogos del pesaroso cliente. "Desde que mi esposa me abandonó no he podido dormir bien". "Lo entiendo, señor. Por la pena". "No. Porque se llevó la cama". Babalucas le preguntó a un amigo: "¿Qué hay en esa caja?". "Esmaltes". "Ya lo sé. Y mañana es miércoles. Pero ¿qué hay en esa caja?". (Chingao, un chiste más como ése y mis cuatro lectores quedarán reducidos a lo mucho a dos). Desquiciados hombres ha habido a lo largo de la Historia que pensaron que el mundo es tan pequeño que podía caber en el hueco de su mano. Alejandro Magno figura entre esos megalómanos, lo mismo que los césares de Roma, y más cerca en el tiempo Carlos V, Napoleón o Hitler. Pero como dijo Ciro Alegría: el mundo es ancho y ajeno. Nadie puede apoderarse de él. Lo sé porque en las películas de mi infancia había villanos espaciales y terrícolas que pretendían apoderarse del planeta, pero siempre llegaba alguien -Buck Rogers, Flash Gordon o Superman- que en el último episodio de la serie frenaba la invasión de Mongo o cualquier otra intentona de dominar la Tierra, y también Saltillo, la Villa de Arteaga y el rancho del Potrero. A esa ralea de villanos pertenece Trump. Sus demenciales baladronadas en el sentido de que comprará Groenlandia, se anexará a Canadá con todo y Primer Ministro y retomará el control del Canal de Panamá son muestra de su talante imperialista. Error grave sería echar a chunga sus habladas. Aunque no se cumplan, el lenguaje pugnaz y belicista del magnate entraña una voluntad de poder que se manifestará en una u otra forma. Quienes se han adueñado de México, vale decir las cohortes de López Obrador, y en especial la Presidenta Sheinbaum, deben estar atentos a los dichos y hechos del nuevo ocupante de la Casa Blanca. El hilo se rompe por lo más delgado, y en las actuales circunstancias el hilo más delgado es México. No es lo mismo enfrentar a Canadá, tras cuya hoja de maple se esconde el feroz bulldog británico, que meterse con una nación debilitada y dividida por el régimen obradorista, y asediada por la pobreza y por todos los males que derivan del crimen organizado. Hasta los optimistas dicen que nos aguardan malos tiempos. Los pesimistas aseguran que los tiempos serán pésimos. Por mi parte guardo una posición ecléctica, lo cual equivale a no guardar ninguna posición. Pero por mis lecturas -y escrituras- de la Historia de nuestro país sé que hemos afrontado tiempos más oscuros que éste, y siempre salimos adelante sin necesitar un Buck Rogers, un Flash Gordon o un Superman. Ah, y sin tener que esgrimir para nuestra defensa las estrofas del Himno Nacional. Candidito, joven varón sin ciencia de la vida, le pidió consejo a su amigo Pitorrango, diestro en ciencias y artes de colchón. Anhelaba gozar las mieles del amor sensual con su novia Dulcibella, pero la veía tan pura, tan honesta y casta, que no se atrevía a pedirle la dación de sus encantos. Le sugirió el sabidor tipo: "Invítala este domingo al campo, y en un paraje solitario haz que se acueste sobre el césped, y tiéndete tú junto a ella. Luego acerca tu cuerpo al suyo. La naturaleza hará el resto". Candidito siguió al pie de la letra las indicaciones del perito. En la campiña condujo a Dulcibella a un soledoso sitio, le pidió que se acostara sobre la mullida grama y se tendió él a su lado como quien no quiere la cosa. Pero cuando fue hacia su novia con clara intención lúbrica ella lo rechazó, enérgica. Le dijo con voz firme: "¡De ninguna manera! ¡No voy a hacer en domingo lo que hago todos los días!". FIN.
MIRADOR
Por Armando FUENTES AGUIRRE.
Atlaquetzalli.
Esa palabra náhuatl significa "agua preciosa".
La usaban los antiguos mexicanos para nombrar al chocolate.
Nuestros antepasados aborígenes lo bebían perfumado con vainilla, hojas de acuyo o pétalos de flores aromadas, y pensaban que quien lo tomara diariamente viviría luengos años y tendría muchos hijos.
Niño yo, el buen padre Secondo me oía en confesión -¿qué culpas podía confesar a los siete años?- y al verme tan pequeño y tan flaquito me decía:
-De penitencia te vas a tomar todos los días una taza de chocolate con dos piezas de pan de azúcar.
Sabrosa y cálida bebida es el chocolate. En estos días de frío lo tomo en el desayuno, y es como si me tomara el sol. En "El mayordomo" de Oaxaca me compré un molinillo. Con él se le hace al chocolate una espuma que me lleva a evocar la suave cabellera de una mujer hermosa y cálida.
Habrán de perdonarme si en este momento suspendo la escritura.
Es hora de mi chocolate.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
Por AFA.
". Se incendió la casa de Jennifer Jones.".
No creo ser inoportuno
si comento alegremente
que sus pompas, felizmente,
no sufrieron daño alguno.