Las acciones de política pública de orden municipal y estatal constituyen un rosario de ejemplos de la carencia de diagnósticos integrales de problemas que afectan a los habitantes, respuestas ideológicas o de aplicaciones de esquemas tradicionales para paliar que, no resolver, los problemas; que menoscaban la prestación de servicios públicos, aumentan los costos de operación o demeritan la calidad de las inversiones, esto genera percepciones en los usuarios que en su oportunidad tienen un costo político en votos para los partidos en el poder. No obstante, las medidas inadecuadas siguen aplicándose. Subyace en la instrumentación de acciones una lógica de “patear el bote y el que llegue que arree”. Sólo para recordar, se puede citar los casos de la pavimentación sin la debida coordinación entre los agentes involucrados, los sustratos de soporte de mala calidad o sin la consistencia obligada por las normas técnicas oficiales; el abasto de agua potable en tiempo y forma, que vulnera derechos humanos; el despilfarro de los escasos recursos de la hacienda pública; la señalización de “topes” y calles con deleznable calidad, que empiezan a borrarse en la víspera y mil otros casos.
Tras las decisiones de las medidas se pueden advertir una serie de rasgos que constituyen un patrón conductual que el autor ha optado por denominarlo como “mentalidad burocrática”. Estos son: - Rigidez en la toma de decisiones: Se siguen reglas sin considerar excepciones y relaciones con otras variables, lo que dificulta soluciones prácticas. -Exceso de trámites: Procesos administrativos largos y complejos que pueden enrarecer la atención a los usuarios o el acceso al servicio. – Reiteración de procesos o métodos: Resistencia al cambio y a la adopción de nuevos métodos de trabajo y tecnologías más eficientes. – Concentración o jerarquización extremas: Establecimiento de múltiples niveles de decisión o de aprobación para cualquier acción, lo que puede generar retrasos o cuellos de botella innecesarios.
Entonces, cabe preguntarse, por qué prevalece la mentalidad burocrática: Los políticos o como afirman los sociólogos, las “clases gobernantes”, suelen depender en grado extremo de “especialistas” cuando quieren imponer orden y transparencia, olvidando que sus diseños pueden generar procesos ineficientes (suelen priorizar el procedimiento por encima del logro de resultados) o frustración en los usuarios o sujetos de derecho. Rasgos que se derivan de la definición operativa de burocracia de Max Weber “consiste en una forma de organización jerárquica del trabajo donde los funcionarios o trabajadores están especializados en su campo y funciones”.
La “burocracia efectiva” ideal en el sector público se caracterizaría por procesos bien estructurados que garantizan eficiencia, transparencia y cumplimiento de normas “sin generar obstáculos innecesarios”.
La tecnología puede transformar la burocracia en el sector público al hacerla más eficiente, transparente y accesible. Algunas formas en que esto ocurre incluyen: - Automatización de procesos: La digitalización de trámites reduce tiempos de espera y minimiza errores humanos.-Mayor transparencia: Los sistemas digitales facilitan el acceso a información pública, fortaleciendo la confianza ciudadana.- Uso de inteligencia artificial: Herramientas de IA pueden analizar grandes volúmenes de datos para mejorar la toma de decisiones y la gestión de recursos.- Plataformas GovTech: Soluciones tecnológicas diseñadas para gobiernos optimizan la administración pública y mejoran la interacción con los ciudadanos.- Reducción de burocracia innecesaria: La automatización permite eliminar pasos redundantes en los procesos administrativos.
En resumen, la “mentalidad burocrática” puede entenderse desde varias perspectivas, dependiendo del contexto en el que se analice: 1. Actitud: Se manifiesta en la forma en que una persona aborda su trabajo dentro de una estructura burocrática, caracterizada por apego estricto a normas, procedimientos y jerarquías. 2. Ideología: Puede considerarse una visión del mundo en la que la burocracia es vista como el mejor método para organizar la sociedad, promoviendo la estabilidad y el orden. 3. Síndrome: En algunos casos, se habla de un "síndrome burocrático" cuando las personas muestran rigidez extrema, resistencia al cambio y una obsesión por los procedimientos formales. 4. Patrón de conducta grupal o individual: Se refleja en la manera en que los individuos o grupos dentro de una organización actúan, priorizando la estructura sobre la eficiencia o la creatividad.
La especialización de los “funcionarios y trabajadores” de las burocracias (Weber) engendra las semillas de su propia ineficiencia, toda vez que la especialización excesiva, según Ortega y Gasset (La barbarie del “especialismo”): el especialista, al centrarse únicamente en su campo de conocimiento, pierde la visión global y la capacidad de comprender otros aspectos de la realidad. Esto genera individuos altamente capacitados en áreas específicas, pero ignorantes en cuestiones generales, lo que puede afectar negativamente el desarrollo de la sociedad [y del gobierno por extensión].
En conclusión, para derrotar los efectos perniciosos de la “mentalidad burocrática” en la eficiencia y eficacia gubernamental es preciso: 1. Sujetar al escrutinio de equipos conformados por empleados de las diversas áreas administrativas involucradas. 2. Alcanzar una visión multidimensional de los “problemas” tales como, procedimientos de servicios y planeación de obras. 3. Definir las acciones interrelacionadas que sustenten una coordinación eficiente para operar los servicios y la realización de obras.