La artera muerte del presidente municipal de Uruapan, Michoacán, Carlos Manzo, así como la de diversos líderes agricultores de ese estado —y, por desgracia, de los que aún puedan seguir frente a la delincuencia organizada—, deja al descubierto una vez más la fragilidad institucional y la desorientación del gobierno actual.
Esto acredita, sin lugar a dudas, que la presidenta tiene desorientadas las velas de la embarcación nacional. Más grave aún: no sólo están siendo afectados los líderes de oposición, sino también quienes formaron parte del club de Morena, cuyos dirigentes —supuestos izquierdistas— ni siquiera tienen un remedo de conocimiento sobre lo que significa ser liberal.
Para ellos lo importante es repetir frases hechas: “Ya no somos como los de antes”, “la ultraderecha”, “los conservadores”, “los neoliberales” y demás calificativos con los que creen exorcizar su propia incompetencia.
La presidenta parece convencida de que con esos descalificativos logra calmar las aguas y presentarse como víctima de los ataques que, dice, sufre. “El pueblo noble nos protege”, afirma, confundiendo el concepto de izquierda, que es mucho más amplio que la corta visión que tiene sobre él.
Sus líderes se la pasan de gira por todo el mundo, bajo el argumento de mostrar los “logros” del gobierno de izquierda. Viajan por países del primer mundo, a manos llenas, olvidando que los ciudadanos siguen bajo el fuego de la delincuencia, en medio de la pobreza y de desastres naturales.
En estos tiempos, ser de izquierda no significa nada. Se requieren hombres verdaderamente liberales, con humanidad, empatía y respeto por el dolor humano. Es momento de dejar de calificar a los adversarios con expresiones vacías que solo generan enfrentamiento entre el pueblo.
El homicidio de Carlos Manzo marca un antes y un después en la política mexicana. Podrán detener a decenas de sujetos que participaron en ese evento tan desastroso, pero el daño ya está hecho.
Como lo he señalado antes: “Mientras la gran mayoría siga siendo estúpida, no habrá un futuro mejor.” Así lo dijo Zohbrab Mandamin en 1882, político socialista que ganó las elecciones en Nueva York. No era como los de antes.
Un ejemplo claro de cómo los izquierdistas de Morena —marxistas, como se autodenomina el senador Noroña— están al borde del abismo para convertirse en capitalistas, lo encontramos después de la caída del muro de Berlín.
No termino de enumerar las múltiples expresiones de dolor de los mexicanos, periodistas y todos los que hoy nos sentimos agraviados.
Comparto un breve análisis del libro “El millonario comunista”, de Ramón de España, que describe la vida de los comunistas y el camino que, lamentablemente, parecen seguir los miembros del partido oficial y su presidenta.
El hombre más rico del mundo es un “comunista”. Y no precisamente cualquier comunista: se trata del ex coronel de los servicios secretos de Alemania Oriental, Alexander Schalck-Golodkowski.
Este caso es una muestra del alto grado de diferenciación social que alcanzaron los regímenes burocráticos antes de su colosal derrumbe. Mucho antes de que aparecieran Gorbachov y sus “reformistas”, las tendencias procapitalistas ya estaban sólidamente implantadas en el corazón de la burocracia, incluso en sus aparatos más “conservadores”, como los servicios de seguridad de la ex Alemania Oriental, aquel “Estado de paz” de las solicitadas de Vicente y Echegaray, en agosto de 1989.
Schalck-Golodkowski, máximo jefe de la STASI, fue propietario de un verdadero tesoro en acciones, dinero y lingotes de oro, cuya fortuna —según el Corriere della Sera (28/11/1990)— duplicaba las riquezas del sultán de Brunei y quintuplicaba las de la reina Isabel II de Inglaterra.
Como tesorero del Partido Comunista, desvió gran parte de los fondos bajo su administración para montar una estructura paralela de empresas —denominadas Kolko—, con amplias conexiones y negocios fuera del país.
Esta “multinacional” era utilizada por la alta burocracia para fugar riquezas al exterior y poner a salvo los recursos saqueados al Estado. La Kolko estaba estrechamente asociada con banqueros suizos y capitalistas austríacos, y tenía fuertes participaciones en fábricas y agencias de turismo internacional.
Como era dirigida por un hombre de los servicios, su especialidad comercial era el tráfico de armas y el espionaje industrial.
Mediante estas actividades de rapiña sistemática, Schalck amasó una fortuna de 50 mil millones de marcos. Formaba parte del círculo íntimo del déspota Erich Honecker, de quien ahora se sabe que fue colaborador de la Gestapo antes de convertirse en gobernante stalinista.
Estos exfuncionarios de la RDA son hoy los campeones de la “economía de mercado”, o más precisamente, de la restauración de la propiedad privada de los medios de producción. El millonario Schalck huyó de la ex RDA cuando comenzaron las movilizaciones de masas, a fines de 1989, para colocarse —él y su dinero— bajo la protección de los servicios secretos occidentales.
Esa es la verdadera naturaleza del llamado “campo socialista” que los partidos comunistas defendieron durante sesenta años, y que hoy los sectores “combativos” o “guevaristas” de esos mismos partidos quisieran ver restaurado.
Aquí lo dejo. Lo anotado no se aleja de la realidad hacia donde Morena lleva a México.
Entendamos una cosa: nadie es políticamente puro.
Salud y larga vida.
Profesor por oposición de la Facultad de Derecho de la UACH
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Opinión
Lunes 10 Nov 2025, 06:30
El millonario comunista
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Francisco Flores Legarda