Si en lugar de la estrategia de “divide y vencerás” que implementó el gobierno federal para levantar el plantón de campesinos y transportistas que colapsaron las aduanas de la frontera norte y varias carreteras del país, se pusieran a trabajar en serio en beneficio del campo se acabarían los problemas.
Ciertamente lograron destrabar tal vez la crisis de gobernabilidad más fuerte al que se ha enfrentado la administración de Claudia Sheinbaum, y todo con el poder de la saliva, porque simplemente no hay acuerdos reales que permitan a los productores del campo a mejorar su situación que los llevó a manifestarse.
Junto con esta estrategia desarrollada tanto por la Secretaría de Gobernación como de la Secretaría de Desarrollo Rural se desplegó una campaña intensa en redes sociales desprestigiando a los productores, acusándolos de acaparadores y saqueadores del agua, pero se les olvida lo más importante; si acaso hubo corrupción o descontrol fue propiciada y hoy oculta por la misma Comisión Nacional del Agua.
En plena conferencia mañanera, y en medio del bloque campesino, la presidenta Claudia Sheinbaum criticó fuertemente a los productores del campo, que sus “camionetotas” son producto de la venta ilegal del agua, además de criticar a las asociaciones, de que ya no habría recursos para ellos, sino de manera directa a los campesinos.
Esa fue la línea, dividir y tratar de buscar directamente a los productores, de ahí que el bloqueo se logró levantar dejando de lado a varios productores chihuahuenses que viajaron el pasado jueves a la ciudad de México inútilmente.
Ya disgregados, la Secretaría de Gobernación aseguró en un comunicado que en la reunión con dirigentes de productores agrícolas y transportistas se acordó acabar con los bloqueos, en medio de amenazas y traiciones entre los dirigentes de los productores, y por parte del gobierno sería reuniones individuales por productores y en los estados, ya nada de negociar en conjunto.
Y estos acuerdos al menos ya empezaron a fluir: el sábado el mismo secretario de Desarrollo Rural, Julio Berdegué, se reunió con productores y la misma gobernadora en el palacio de gobierno, en pocas palabras, agarrar uno a uno los toros por los cuernos.
Pero de la demanda principal, las reformas a la Ley de Aguas Nacionales no ha cambiado nada, de acuerdo a la diputada federal del Partido Acción Nacional por Chihuahua, Carmen Rocío González, no hay cambios en la propuesta, no sólo no le cambiaron una coma, sino que maquillaron las palabras para dejar el mismo contenido para tener el control del agua, criminalizar al sector productivo y atentar contra los derechos de propiedad.
Y de nuevo utilizaron la obscuridad, ya que el dictamen lo circularon la noche del pasado viernes 28 de noviembre, así que ya con los productores en los estados fácilmente la próxima semana lo voten a su antojo.
Siguen sin entender, que los recientes bloqueos de carreteras y puentes fronterizos protagonizados por productores del campo en México, son un síntoma ineludible de una crisis profunda que exige una respuesta estructural, no solo paliativa.
El descontento aunque se centró en la exigencia de precios justos para sus cosechas y el acceso a subsidios y financiamiento que permitan la viabilidad de su actividad ante el incremento de costos y la competencia internacional, el elemento clave que subyace a estas movilizaciones es la tensión creciente en torno a el agua.
La preocupación de los agricultores no es menor, pues temen que las modificaciones pongan en riesgo sus concesiones de agua y prioricen otros usos.
Es cierto que el campo mexicano es el principal consumidor de agua en el país, por ello se debe garantizar la sostenibilidad del recurso hídrico para las futuras generaciones; proteger el derecho al agua de los pequeños y medianos productores, asegurando la continuidad de la producción de alimentos y, fomentar la tecnificación y modernización de los distritos de riego, un paso que requiere inversión pública y privada.
Sin duda hay mucho por hacer, al menos el gobierno federal ya está atendiendo las demandas, y dependiendo de lo que hagan en adelante puede cambiar las condiciones del campo, o prender de nuevo la mecha del descontento social y un bloqueo más puede ser muy peligroso, a nadie le puede interesar un estallido social de uno de los sectores más desprotegidos.