El Grito que marcó el inicio del movimiento de Independencia es, sin duda, la fiesta mexicana por excelencia. Es la celebración que conmemora el inicio de la lucha que dio origen a nuestra nación, la madrugada del 16 de septiembre de 1810, encabezada por el cura Miguel Hidalgo (posteriormente trasladada a la noche del 15 de septiembre por el presidente Porfirio Díaz, en 1896).
Es una fecha de orgullo y la de mayor tradición, celebrada solemnemente a lo largo y ancho del país por los mexicanos en todas partes del mundo: una auténtica fiesta nacional.

El Grito de Independencia, como se le conoce a la celebración de la noche del 15 de septiembre, encabezado por las principales autoridades del país, es replicado en todas las plazas de México con los ¡Viva México!, campanadas, fuegos artificiales y verbena popular. A él asisten miles de personas, disfrutando de la “celebración” organizada por sus gobernantes, en la que nunca faltan los cantantes populares —con sus elevados costos— y las cenas caras “invitadas” por los gobernantes a sus invitados “especiales”.
Esto ha sido así desde las épocas del PRI y continúa hoy en día, cuando se siguen gastando millones de pesos en esta “fiesta mexicana”. El año pasado, por ejemplo, el Gobierno Federal erogó 19 millones; el Gobierno del Estado, 47 millones; y el Gobierno Municipal, 22 millones de pesos.

Un gasto que podría invertirse en cultura, pavimentación, parques o escuelas, pero que los gobernantes prefieren emplear en “celebrarnos” como mejor les parece, a discreción y sin ninguna regulación o control.
Coincidimos en que se debe conmemorar y celebrar esta fecha histórica y representativa, pero sin los excesos que la han caracterizado, derrochando y abusando del dinero que pertenece a todos. Ojalá pronto se apruebe una ley que limite este tipo de gastos en “celebraciones”, al igual que los derroches en los informes de gobierno, para regresar a lo importante de la Noche Mexicana: recordar y conmemorar la fecha y a los héroes que nos dieron patria y libertad.
Deseamos que esta fecha vuelva a sus orígenes, exaltando la cultura mexicana y celebrando con música folclórica y mariachi, en una fiesta mucho más auténtica que la que se hace con artistas “del momento”, muchos de ellos que nada aportan a la cultura ni a la celebración, más allá del ego de los gobernantes que los contratan.
Recordemos en esta noche —y durante todo el mes patrio— lo que significa ser mexicano: nuestra identidad, cultura, historia, héroes y mártires, así como los valores que nos identifican en el mundo: ciudadanos amistosos, nobles, pacíficos, alegres, solidarios, entregados, valientes, hospitalarios y leales, como lo enuncia el escudo de Chihuahua.
Convirtamos esta en una fiesta que se caracterice por la conmemoración y no por los cantantes del momento, quienes solo vienen a cobrar por un espectáculo de dos o tres horas a cambio de cientos de miles o millones de pesos. Mejor incentivemos el talento local y cultural, que cuesta mucho menos y aporta mucho más, invirtiendo en lo que de verdad necesita nuestra ciudad.

Celebremos todos y todas el orgullo de ser mexicanos, recordando el 215 aniversario del Grito de Independencia del cura Miguel Hidalgo, con arengas a ser mejores ciudadanos y a construir un mejor país, en beneficio de nuestros hijos, hijas y futuras generaciones. Exaltemos nuestra riqueza y grandeza como nación, exigiendo a nuestros gobernantes, pero también a nosotros mismos, ser ejemplo de responsabilidad ante el mundo.
¡Viva México!