-“La gobernadora de todo se entera...”
-Pasaditos con la cuota los de la Guardia Nacional
-De nuevo la UACH en la mira de los porros

Lío de faldas, la expresión ranchera ante los pleitos “amorosos”; problemas de los sufridos ganaderos de la región sur o el añejo litigio por una herencia, como haya sido, la agresión atribuida a Fernando “El Chapito” Ramírez contra Eloy Soto, que derivó en heridas de bala a los abogados Enrique Muñoz y Héctor Villasana, regresó a Parral a una etapa que parecía superada.
Sorprendió a gran parte del estado, aunque no mucho a los parralenses que ya los conocen, el ataque -con pistolita calibre 22, que igual mata, pero es más chiquita y menos pesada que otra de mayor calibre- del también apodado como “El Chino” en contra de Soto Payán.
Por ejemplo, quienes lo conocen dicen que Ramírez Gutiérrez era a todo dar en UTEP, donde estudió finanzas, pero quién sabe qué le pasó en su tierra a tal grado de que intentó emboscar al que veía como su rival, en un pleito que involucra además a varios parientes, entre hermanos, tíos, primos y sobrinos.
Los notables de la región que llevan el Ramírez como primero o segundo apellido tienen pleitos tan añejos como el legendario -para bien o para mal- Elías Ramírez, oscuro jefe de la más oscura Policía Judicial del Estado y Federal de hace más de tres décadas. Él era tío del empistolado de bajo calibre.
El revuelo levantado obedece principalmente a esos parentescos ligados por la sangre y los problemas, conocidos por los parralenses, en buena medida habituados a tener esos políticos de baja estatura intelectual.
El pleito de “El Chino” y Soto Payán, gestado muy en lo privado de sus relaciones, alcanzó a los abogados del despacho Villasana y Asociados, presentes en el funeral porque uno, Muñoz, era el doliente directo por la muerte de su padrastro, Luis Carlos Baca Herrera, y el otro estaba haciéndole compañía a su socio, colega y amigo.
Pero también alcanzó a las relaciones familiares y sociales de personajes muy conocidos en Parral, pues “El Chino” es primo de Muñoz y pariente en algún grado de otros tantos asistentes a la velación de “Coco” Baca, que en paz descanse.
Ahora el atacante es procesado penalmente por lesiones dolosas y quizás por homicidio en grado de tentativa, lo que apunta a tensar más esas relaciones, de por sí sujetas a pleitos muy añejos que han derivado en otras disputas casi a golpes y a un montón de litigios en tribunales.
Agrava la situación el hecho del parentesco del atacante con el diputado priista presidente del Congreso del Estado, Guillermo “Memo” Ramírez, quien jamás había cobrado notoriedad, ni como cabeza del Legislativo, hasta que su hermano lo hizo conocido en la opinión pública.
Ciertamente, el parentesco no hace responsable de algo al legislador, pero sí evidencia alguna involución de la clase política de la región.

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Algunas expresiones y referencias que hizo la gobernadora Maru Campos en una banquetera el lunes al mediodía, al llegar a Palacio de Gobierno, deberían ser estudiadas a fondo y analizadas por los panistas, pues su mensaje general giró en torno a las lealtades, los resultados y los golpes bajos.
“... lo primero es tener resultados y también una variante muy, muy importante, es nada de golpes bajos, es tener lealtad hacia las autoridades del partido y a las autoridades de gobierno, que hoy conformamos el sistema del PAN”, fue uno de los dichos de la mandataria, para luego enlistar a los aspirantes a la sucesión de 2027.
En apariencia respondía a una pregunta sobre la eventual aspiración de la dirigente estatal del PAN, Daniela Álvarez, de cuya separación del cargo se ha especulado recientemente, para que estuviera en condiciones de competir por una candidatura en las siguientes elecciones.
Tal vez era una dedicatoria directa a la presidenta de Acción Nacional, pero el mensaje también podría interpretarse con mayor amplitud hacia todos los panistas que andan más interesados en lo electoral -del PAN y no del PAN- que en presentar resultados.
“Creo que son condiciones, no para la gobernadora, son condiciones importantes para los chihuahuenses. Quien aspire tiene que tener resultados en su trabajo, en su trinchera, en lo que esté desarrollando, porque si no la gente no va a creer absolutamente nada”, fue otra de las expresiones de Campos Galván.
Y remató con una advertencia: “Tiene que tener una lealtad ahora sí importante a la organización, a la institución a la cual pertenecemos y bueno, pues nada de golpes bajos, ni nada de alianzas con enemigos políticos, porque déjenme les digo que la gobernadora se entera de todo”.
Como de todo se entera, seguramente tenía más bases de las que reveló para sus expresiones; seguramente también tenía más destinatarios de un mensaje que bien puede quedarle a más panistas.

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No hay que perder de vista, piden los transportistas de mercancías, el reclamo a la Guardia Nacional por constantes quejas de extorsión denunciadas, aunque no siempre tan públicamente como la de ayer.
Los integrantes de la Alianza Mexicana de Organización de Transportistas (AMOTAC) tomaron las instalaciones de la corporación porque sus agentes andan de pasaditos con las cuotas en las carreteras que vigilan. Y ya no son hechos aislados, aseguran.
En el caso específico que reclamaban en su protesta, encabezada por Daniel Méndez, los guardias nacionales pedían casi 100 mil pesos para liberar un vehículo que había sido sancionado en la carretera Juárez-Chihuahua, a la altura de Villa Ahumada.
El problema no es que sea solo un caso o varios, sino que ya es una película de terror muy conocida en Chihuahua, la cual puede volver a repetirse. La extinta Policía Federal así comenzó, en su llamada División Caminos, en los tiempos críticos de la violencia en el estado; luego los federales evolucionaron al cobro del llamado derecho de piso y hasta al secuestro de personas.
La tolerancia es así de peligrosa.

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A más de un año que un grupo minoritario, donde abundaban los militantes y simpatizantes de Morena, tomara por asalto la rectoría de la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH), bajo la bandera de una “gratuidad” que más parecía una consigna partidista que una causa estudiantil legítima, la sombra de la politización vuelve a extenderse sobre la máxima casa de estudios.
Hoy, los mismos intereses, camuflados bajo nuevos y pintorescos membretes, pretenden secuestrar la conmemoración de una fecha tan luctuosa como el dos de octubre.
Lejos de honrar la memoria de los caídos en Tlatelolco en 1968, la convocatoria a una “mega marcha” para este jueves a las 17:00 horas parece ser un mero pretexto para hacer ruido, desestabilizar a la institución y mantener una agenda de confrontación permanente.
Es revelador observar cómo operan estos grupos. Los tentáculos de la Cuarta Transformación, incapaces de ganar espacios desde la razón y el debate académico, se escudan en una constelación de fachadas:
“Salvemos Los Cerros”, “Eskuela Radical”, “Corriente Anarquista”, “Movimiento Cannábico Chihuahua” y el “Partido Comunista Revolucionario”.
Es una amalgama de nombres que busca simular un amplio y diverso movimiento social, cuando en la práctica responde a una misma dirección y a unos pocos intereses políticos.
Afortunadamente, la comunidad universitaria y sus autoridades no están ciegas ante este juego.
Ya tienen el antecedente claro de quiénes son los verdaderos organizadores, aquellos que buscan el conflicto por encima del diálogo.
Resulta curioso, y hasta sintomático, que detrás de esta supuesta convocatoria masiva solo se encuentren dos o tres jóvenes que, efectivamente, están inscritos en la UACH, utilizados quizás como punta de lanza de una operación mayor.

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La instalación del Comité Promotor de Inversiones en Chihuahua que se realizó en Juárez, fue la apertura formal de un nuevo tablero económico y político en el país, y Marco Bonilla supo estar en el lugar correcto, en el momento preciso.
Invitado al arranque de este comité, que forma parte de la estrategia nacional trazada por la presidenta Claudia Sheinbaum y el secretario de Economía Marcelo Ebrard, Bonilla participó como representante de la capital del estado, con un objetivo de ver cómo atraer inversiones nacionales e internacionales que mantengan el ritmo acelerado de crecimiento económico que hoy distingue a Chihuahua Capital.
Para Bonilla, este tipo de espacios son puntos de conexión reales con quienes toman decisiones de inversión y su presencia envía un mensaje que la capital quiere y puede competir por proyectos de alto impacto, como ya lo ha demostrado con la apuesta a la innovación, la infraestructura y la certeza jurídica, que ofrece Chihuahua.