Bajo un cielo despejado, que daba la impresión de aguantar la respiración después de la lluvia, y con la luna como testigo principal, Imagine Dragons ofreció una noche llena de energía en el Estadio GNP como parte de su Loom World Tour.

Luego de que sus 57 mil 600 fans, cifra oficial según OCESA, empezaran a hacer la ola de estadios y a aplaudir para que salieran, a las 21:30 horas tuvo lugar un eclipse en las pantallas gigantes, que luego se tiñeron de blanco para mostrar, en contraste, las siluetas de la banda estadounidense, la cual arrancó con "Fire in These Hills".

"¡Los amo, Ciudad de México!", gritó el cantante, Dan Reynolds, luego de llevarse una de sus manos al pecho como agradecimiento e invitar a los presentes a que abrieran sus corazones para sentir sus canciones.

Así lo hacían en cada pieza desde los primeros acordes de Ben McKee y Wayne Sermon en el bajo eléctrico y guitarra eléctrica, respectivamente, mientras Reynolds se quitaba la playera para mostrar su abdomen y dejar al descubierto sus tatuajes.

El vocalista caminó por la pasarela del recinto hasta llegar al frente para cantar "Thunder", y durante su interpretación se encendieron las máquinas de humo a los costados del escenario; en las partes más altas estalló la pirotecnia.

"Hola, mis amigos. Me llamo Danielito. Soy un hombre sincero y quiero echar mis versos del alma", recitó el cantante en español, de manera pausada, mientras el público lo ovacionaba con las manos en alto.

Como la banda sabe que la mayoría de su público es infantil, para que los menores pudieran interactuar y formar parte del show, en "Take Me to the Beach" los músicos lanzaron pelotas playeras de colores, y el público las iba golpeando para que surcaran todas
las cabezas.

Era imposible no sentir la magia alrededor: padres con hijos, parejas abrazadas, amigos llorando... Esto, mientras cantaban "I'm So Sorry" con tintes rockeros.

"No tengo palabras para expresar lo agradecido que me siento de estar con ustedes.

Gracias por cantar todos estos años. La vida es corta y este es un gran regalo", afirmó el cantante.

Con ese grito de guerra, que ya es parte del ADN de la banda, el grupo entregó "Whatever It Takes".

"Este es uno de mis lugares favoritos. La comida, la gente, la cultura y lo que tienen en el corazón es algo mágico", dijo Reynolds en inglés, mientras el resto de sus compañeros se colocaban al frente del escenario para su set acústico.

"La comida, bonita es", agregó en español, mientras recibía una bandera de México. "Amo aquí, amo a la gente. Voy a tocar una canción que usualmente no suelo cantar", comentó antes de brindar "Waves", cuando miles de celulares emergían entre los potentes haces de luz para dibujar constelaciones.

El Loom World Tour, que toma su nombre del álbum lanzado en 2024, es un espectáculo donde lo visual importa tanto como lo emocional, bien reflejado en pantallas gigantes y fuegos artificiales que estallan para provocar sincronía con el griterío.

La banda de Las Vegas, que hizo vibrar las gargantas con un fragmento de "Cielito Lindo", repetirá presentación mañana en el mismo recinto.