“En esta sala vamos a arreglar el descenso de la natalidad”, dijo la empresaria de aplicaciones de citas Amanda Bradford en la sala de conferencias de un hotel. Su audiencia estaba compuesta por hombres de saco y pantalón de vestir listos para compartir su sabiduría sobre los contratiempos de las citas modernas. ¡Tantas aplicaciones, tantos swipes, tantos encuentros y besos… pero no suficientes bebés! Esta sala estaba dispuesta a arreglarlo. O al menos, dada la demografía de la audiencia, a cumplir su parte.
Era finales de marzo y unas 200 personas habían volado para asistir a la Natal Conference (NatalCon), un evento con el principal objetivo de debatir el declive de las tasas de fertilidad. Había conservadores que asistían a la iglesia asiduamente y tecnólogos de Silicon Valley, padres de cinco hijos y padres de nueve, caballeros burgueses con chaquetas de cuero y mujeres que lucían prendas de Lilly Pulitzer, todos ellos con una preocupación común: cómo persuadir a los estadounidenses, concretamente a las mujeres estadounidenses, de la conveniencia de tener más hijos. Durante la recepción del viernes por la noche, mientras los asistentes departían con vino en la entrada abovedada del Museo Bullock de Historia del Estado de Texas, una mujer de 31 años observó con cierta preocupación que no parecía haber mucha gente con pulseras amarillas, es decir, solteros. Otra invitada hizo notar que parecía que la mayoría de los presentes en la sala eran varones.
“Íbamos a tener más mujeres”, señaló el economista Bryan Caplan, padre de cuatro hijos. “Pero todas se embarazaron”. (Lo decía literalmente; los organizadores de la conferencia indicaron que cuatro ponentes femeninas se disculparon a causa de un embarazo o por tener que cuidar a un hijo enfermo).
Ben Ogilvie, estudiante de Derecho de 25 años de Chicago, que iba soltero y entusiasmado por conocer a alguien, comentó que no le sorprendía que hubiera más hombres: “Muchas de las mujeres pronatalistas están en proceso de tener hijos”, explicó. “Están haciendo el trabajo”.
Con la tasa de fertilidad de Estados Unidos en un mínimo histórico (1616 nacimientos por cada 1000 mujeres, muy por debajo de la tasa necesaria para mantener el tamaño de la población) ha surgido una comunidad “pronatalista” promotora de familias más numerosas y políticas que fomenten la maternidad. Este movimiento es de mayoría notoria de derecha, formado por conservadores culturales que consideran que las unidades familiares convencionales son el cimiento de la sociedad, así como por tecnólogos preocupados de que no se llegue a la tasa de remplazo de la humanidad.
Muchas personas de ideología de izquierda, incluidas aquellas que comparten el objetivo de facilitarles las cosas a las personas que desean tener familias numerosas, han criticado al movimiento por acoger voces de extrema derecha: supremacistas blancos que temen que los países en desarrollo superen a los blancos ricos en la tasa de maternidad y misóginos que piden el retorno a los roles tradicionales de género.
NatalCon fue organizada por primera vez por Kevin Dolan, un conservador al que se le ocurrió la idea tras ver un documental de Tucker Carlson sobre el descenso de los niveles de testosterona. Desde la conferencia inaugural, celebrada en diciembre de 2023, los vientos políticos han cambiado a favor de los pronatalistas. En la Casa Blanca está el vicepresidente JD Vance, que ha instado a los estadounidenses a tener “más bebés”. Al lado del presidente Donald Trump a menudo está Elon Musk, que comparte numerosas publicaciones sobre el “colapso de la población” y ha engendrado más de una docena de hijos. El mes pasado, Trump se autodenominó “el presidente de la fecundación”. Pero, por supuesto, el impulso a favor de la concepción de más bebés depende de un elemento crucial: las mujeres.
“Sin mujeres, no hay futuro”, aseveró Clara Chan, quien viajó a la conferencia desde Provo, Utah, tras enterarse de ella en un pódcast pronatal.
“Las mujeres deben tomarse en serio su trabajo”, afirmó, y luego añadió: “No su trabajo. Su deber”.
En la Conferencia Natal se habló mucho de las mujeres, incluso por parte de algunos de los ponentes varones cuyos hijos estaban en casa con la madre. Pero también había mujeres en la sala. Algunas asistieron porque la maternidad les parece solitaria y otras, porque la maternidad les parece una alegría total y se sienten juzgadas cuando les comparten a sus vecinos que van a tener su cuarto o quinto hijo. Había una mujer de 33 años de Salt Lake City, madre de cuatro hijos, que quería conocer a otras madres que no trabajan porque quieren criar familias numerosas, no solo seguir las publicaciones de Instagram de Ballerina Farm. Había una mujer de 36 años de Columbia Británica, madre de dos hijos, que quisiera que sus vecinos organizaran reuniones que tomen más en cuenta a los niños. Había una mujer de 31 años que vive en Hong Kong y quiere tener al menos cuatro hijos, idealmente además de una carrera, pero no ha encontrado un novio que comparta ese deseo.
Muchas de ellas afirman que la maternidad necesita una especie de renovación de marca, un nuevo conjunto de conversaciones culturales, tanto para las jóvenes que se la plantean como para las que ya están criando a sus hijos. “Es horrible decirles a las jóvenes que tener hijos es lo peor para tu carrera”, se lamentó Emma Brizius, de 37 años, madre de cinco hijos de Dallas. “Es un mensaje de muerte para la sociedad”. Madeline Frazier, peluquera de 22 años de Georgia, que creció educada en casa con seis hermanos, se hizo eco de esta opinión. “A las jóvenes solteras no se les ha mostrado que es una bendición tener hijos”, señaló.
Algunas de estas mujeres deambulaban jubilosas por el centro de conferencias del hotel, conversando con demógrafos estrella, expertos en política y celebridades derechistas de Twitter. Otras expresaron discreta o abiertamente su malestar por la lista de ponentes, entre los que se encontraba Jack Posobiec, un leal a Trump que ayudó a difundir la teoría de la conspiración del “Pizzagate”. “No estamos alcanzando la tasa de remplazo”, le dijo Posobiec a la concurrencia. “En cambio, quienes no comparten nuestros valores sí lo están haciendo”.
Entre el público, Brizius se sintió incómoda. “Creo que es un argumento muy poco convincente decirle a un grupo: ‘Tengan más hijos para molestar a los liberales’”, opinó.
Adelante con ello, jefa
Para Brizius, de 37 años, salir de Dallas durante un fin de semana, dejando a su marido al cuidado de sus hijos, no fue nada fácil: tuvo que programar actividades (lacrosse el sábado para su hija de 9 años), pensar en comida para picar (quesadillas de queso para su hija de 5 años y sus hijos de 3) y llevar consigo a su hija que no se le despega, la trilliza Madeline, de 3 años. Pero, al parecer, NatalCon valía la pena, explicó Brizius el sábado por la mañana, mientras Madeline, que llevaba un vestido azul con ribetes blancos, se bajaba de su regazo y empezaba a pegar figuritas de animales del zoológico en un libro de pegatinas.
Brizius creció en Indiana con tres hermanos, y al hacerse mayor decidió que ella también quería una familia numerosa. A los 20 años, entre ella y su marido trabajaban 60 horas semanales en finanzas. Cuando empezaron a tener hijos, ella dejó de trabajar. Pero hizo conciencia de que su bisabuela había vivido más de 100 años, así que le quedaba mucho tiempo por delante, décadas por llenar con algo más que el cuidado de los niños. Este año decidió crear una red para otras madres que abandonaron la oficina y quieren una carrera compatible con la crianza de una familia numerosa, ya sea formar una pequeña empresa o escribir un libro. Cuando dio con el sitio web de NatalCon, pensó: “Cualquier mujer de aquí encajaría naturalmente”.
“Sabía que no sería la persona más rara de la sala por tener cinco hijos”, comentó.
En la recepción del viernes por la noche, Brizius repartió folletos con un código QR de enlace a un formulario de Google para su grupo, llamado Undercurrent. Les dio folletos a muchos hombres que le dijeron: “Dios mío, mi hermana ha estado buscando algo así”.
En cierto sentido, Brizius parece una buena candidata para formar parte de la comunidad de NatalCon. Es integrante de una red de amigas de la Iglesia católica y amas de casa con las que discute cómo equilibrar las responsabilidades de ser madre y las ambiciones externas. Escucha entrevistas en los pódcast de demógrafos sobre el descenso de la natalidad.
No obstante, Brizius se resiste a identificarse como parte del movimiento, debido a sus elementos extremistas, incluido Posobiec. “Dudaría en llamarme pronatalista”, dijo. “Hay mucho bagaje. El mensaje popular que la gente asocia, no estoy segura de estar de acuerdo con él”.
A otras asistentes, muchas de familia numerosa y otras que desean tenerla, no les preocupaban las voces que se alzaron en la conferencia. Algunas estaban eufóricas por la atención que le ha dado el gobierno de Trump a la natalidad, aunque las políticas que planea seguir en este ámbito, hasta ahora, parecen amorfas. Muchas, a diferencia de Brizius, se concentraron en aplaudir a las madres que deciden quedarse en casa y no tanto en políticas para ayudar a las personas a equilibrar la maternidad y el trabajo.
“Si quieres tener hijos, adelante con ello, jefa”, opinó Hannah Centers, de 41 años, una madre de Tennessee que educa en casa a sus tres hijos y compartió que se sintió juzgada por sus vecinos cuando les dijo que estaba embarazada del tercero.
Pero entre la multitud de la NatalCon había algunos académicos (economistas, demógrafos) preocupados por las alianzas que ha forjado el movimiento pronatalista con tal de conseguir alcance e influencia.
Esas alianzas incluyen a personajes de extrema derecha como el teórico de la conspiración que se hace llamar Raw Egg Nationalist, un orador que participó el sábado y ha publicado teorías nacionalistas blancas en el sitio de redes sociales X y ha escrito libros para Antelope Hill Publishing, que vende traducciones de obras de nazis. También incluyen a tecnólogos optimistas como los Collins, Simone, de 37 años, y Malcolm, de 38, presentadores del pódcast Based Camp, que contaron que habían fundado una religión que responsabiliza a las personas por cada vida que deciden no traer al mundo. (Collins ha tenido cuatro hijos por fecundación in vitro y cesárea, está embarazada del quinto y dice que piensa seguir teniendo hijos hasta que médicamente ya no pueda hacerlo).
Las más codiciadas de la convención
El sábado por la tarde llegó la hora de una sesión que había estado generando expectación, anunciada en la agenda de la conferencia como un programa de juegos de tradwife (ama de casa tradicional): “Simone Collins y Peachy Keenan entrevistan a solteras muy codiciadas”. La sala estaba llena, en su mayoría de hombres. Dos mujeres de unos 30 años se sentaron al frente, junto a Collins, la podcastera, y Keenan, seudónimo de la autora de derecha de Domestic Extremist: A Practical Guide to Winning the Culture War (Guía práctica para ganar la guerra cultural). Keenan indicó que no escribe con su propio nombre por temor a la seguridad de sus hijos.
Keenan les hizo a las dos panelistas femeninas una pregunta que para la mayoría de las mujeres solteras sería una pesadilla responder ante un micrófono. “Ustedes son partidazos, han estado en todos los continentes, hablan varios idiomas”, afirmó Keenan. “¿Cuál creen que es la razón por la que están solteras?”.
Sabba Manyara, una mujer de 31 años nacida en Zimbabue, enfundada en una americana oscura y pantalones de vestir, respondió que se había mudado con frecuencia, pues había vivido en tres continentes durante una década sin echar raíces, y que les había dado prioridad a las intensas horas de trabajo en finanzas antes que a formar una familia. La otra panelista explicó que había conocido a hombres a través de aplicaciones de citas que no parecían dispuestos a sentar cabeza. Las moderadoras invitaron a los hombres del público a dar consejos o, en palabras de Keenan, “¡a machoexplicarnos!”.
Aunque en teoría la sesión era para aconsejar a estas jóvenes, el tema derivó rápidamente hacia las necesidades masculinas. “Me encantaría saber qué piensan sobre intentar salir con mujeres cultas y capaces”, comentó Ogilvie, el estudiante de derecho de Chicago del público, que se crio en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días de Mineápolis. “He tenido muchas malas citas con mujeres progresistas”.
Keenan dio su ejemplo como inspiración y compartió que sus propios puntos de vista sociales eran bastante liberales antes de conocer a su marido. “Era feminista, estaba a favor del aborto y en contra de las armas”, relató. “Él me ayudó a desprogramarme”.
También les dio algunos consejos tácticos a los hombres de la sala: aunque ya estuvieran buscando mujeres más jóvenes en las aplicaciones de citas, deberían reducir aún más su rango de edad. “Si las manzanas de la canasta están podridas, vete a otro árbol”, recomendó.
Manyara, la panelista, sugirió un enfoque diferente. Les aconsejó a los asistentes que intentaran validar las ambiciones de las mujeres con las que salían, valorando sus esfuerzos profesionales. “Una mujer puede ser ambiciosa sin dejar de valorar a su familia”, dijo Manyara.
“Vas a tener hijos muy listos”, le dijo Keenan.
En la siguiente sesión de la conferencia, dirigida por Bradford, quien fundó la exclusiva aplicación de citas League, los miembros del público debatieron formas de hacer que las aplicaciones de citas fueran más eficaces para las personas que desean formar familias numerosas; ¿cómo podrían fomentar no las citas casuales, sino los bebés? Un joven, Stephen Chilcote, sugirió que para evitar que las mujeres de las aplicaciones se vean inundadas de mensajes de pretendientes diversos, se debería exigir a los hombres que donaran dinero a una organización benéfica elegida por la mujer antes de enviarle un mensaje. Esto también permitiría a los hombres seleccionar a las mujeres que compartieran sus valores políticos.
“Nunca enviaré un mensaje a una chica cuya organización benéfica sea el Proyecto Trevor”, dijo Chilcote, refiriéndose a la organización que brinda recursos para la prevención del suicidio a los jóvenes LGBTQ. “Pero si es el Instituto Mises…”.
Se refería a un grupo de reflexión libertario y de libre mercado. El público rio y alguien gritó: “Va a recibir muchos mensajes”.
A la salida de la sala de reuniones, Rebecca Luttinen, que se está doctorando en demografía en la Universidad de Texas en San Antonio, dijo que estaba consternada por lo que consideraba el tono “alarmista” de la conferencia sobre las tasas de natalidad. Su objetivo es ayudar a las personas a tener tantos hijos como deseen, si es que los desean.
Personalmente, no está segura de querer tener hijos. “Para ser sincera, no he alardeado de ello por aquí: no mucha gente me ha preguntado cómo me siento”, dijo, sonriendo débilmente. “Sí que se me han acercado y me han preguntado si estaba interesada en buscar pareja”.
Dos semanas después, Luttinen, de 27 años, voló a Washington para asistir a otra conferencia sobre tasas de fertilidad. Aquella reunión, organizada por la Population Association of America, le pareció que contaba con más mujeres académicas y ponentes. “Probablemente puedas adivinar por qué no había tantas en la Conferencia de Natal”, dijo. “Había un montón de hombres en la sala hablando de cómo podemos intentar cambiar el comportamiento de las mujeres y hacer que tengan más bebés”.