Chihuahua, Chih.- Entre cruces, lápidas y flores marchitas, Martín Sáenz ha construido no sólo su oficio, sino también el sustento de su familia. Desde hace ocho años trabaja en en los panteones municipales 1 y 2, dedicado a reparar tumbas, abrir fosas y dar mantenimiento a las sepulturas para quienes le confían la memoria de sus seres queridos. “Me encargo de limpiar, retocar las letras, poner cerámica, arreglar imágenes o hasta darles nueva vida a las lápidas”, cuenta mientras señala las herramientas con las que diariamente cumple su jornada de 8:00 de la mañana a 6:00 de la tarde. Su labor aumenta en estas fechas previas al Día de Muertos, cuando le multiplican el trabajo con los pedidos de pintura, reparación y limpieza.
Martín atiende entre 10 y 15 clientes fijos, aunque reconoce que muchos llegan de manera ocasional, ya sea cada mes o en fechas especiales. “Aquí la gente ya me conoce, saben que soy de confianza y conmigo no batallan”, asegura. El oficio, sin embargo, no siempre es constante. En temporada de calor el trabajo escasea e incluso pueden pasar hasta cuatro meses sin ingresos, salvo cuando algún cliente lo busca. Por ello, combina su labor de mantenimiento con la excavación de fosas o con otros oficios que le permiten completar el gasto.
Padre de cuatro hijos, Martín dice con orgullo que, pese a las dificultades, ha logrado sacarlos adelante. Uno de ellos ya concluyó una carrera técnica y se prepara para trabajar, y los dos menores continúan en secundaria; el más pequeño está en kínder. “A veces me los traigo para que vean lo duro que es estar bajo el sol, sin comer y sin dinero en la bolsa, para que valoren la importancia de estudiar y tener mejores oportunidades”, comenta.
Aunque el trabajo en el panteón es pesado y estacional, él lo ve como un medio digno para sostener a su familia. “Con la reparación y otras chambas que salen, uno va encontrando recompensas. Tengo mi casa propia y la satisfacción de ver que mis hijos avanzan, eso es lo que vale la pena”.
En estos días de ofrendas y flores de cempasúchil, el oficio de Martín recuerda que, más allá del descanso eterno, también hay vidas que luchan y son sostenidas gracias al trabajo silencioso en los panteones.