Hace seis años asumía el poder Andrés Manuel López Obrador, y con esto empezaba el gobierno más inepto (y uno de los más corruptos) que hemos tenido. No hay casi ninguna cifra que diga que el gobierno de López Obrador fue mejor que el de sus antecesores en ningún rubro: ni en creación de empleos, ni en crecimiento económico, ni en seguridad, ni en nada. Quizá lo único que se le pueda reconocer es el incremento al salario mínimo, cantidad que nadie ganaba en México.
Fuera de eso, hace seis años comenzaba una etapa política de México en donde según decían, se acabaría con los privilegios, con la corrupción, con la inseguridad, y la gasolina sería más barata. Hoy a seis años de ese cambio, vemos que el país es más violento que hace seis años, y que la corrupción y privilegios siguen existiendo, solo que ahora los que detentan el poder son los que incurren en estas prácticas.
Con esto, muchos de sus corifeos digitales asumen una postura cínica. Dicen que “prefiero que me roben otros” o que “cuando menos no gobierna la derecha”. Es decir, lo importante no es que las cosas mejoraran, sino aparentemente sacar a quienes ejercían el poder para sustituirlos por nuevos actores políticos.
Uno de los libros que más he disfrutado es “Rebelión en la Granja” (Animal Farm) de George Orwell. Esta obra, que es una especie de fábula que evoca a la Revolución Rusa, los animales se rebelan contra el granjero y asumen el poder. Quienes encabezan la rebelión son los marranos (que según la obra, son el animal más inteligente) Napoleón (que está basado en Stalin), Snowball (basado en Trotsky) y Squealer.
Después de lograr correr al granjero, empiezan a establecer su régimen de control político sobre los otros animales (el caballo, las gallinas y otros). Llegaron al poder apelando al sentimiento de los animales de que eran los animales los que debían de gobernar. Sin embargo, los marranos no cedieron sus privilegios (que antes eran privilegios del granjero) y esperaban limitárselos al resto de los animales de la granja.
Para poder llevar una convivencia más sana, los animales (impulsados por los cerdos) establecieron una serie de normas o mandamientos que debían ser observados por todos. Establecieron estas reglas pintándolas en una pared. Las reglas eran básicas: Todo el que camine con dos patas es enemigo; todo el que camine con cuatro patas o tenga alas es amigo; ningún animal usará ropa; ningún animal dormirá en una cama; ningún animal beberá alcohol; ningún animal matará a otro animal; y todos los animales son iguales.
Estas reglas tenían como fundamento el hecho de que todas esas eran costumbres de las personas, y que los animales no debían seguirlas.
Tiempo después, los animales se dieron cuenta que los cerdos (que eran quienes mandaban) seguían practicando las costumbres del hombre. Al reclamarles, los cerdos hábilmente habían manipulado las reglas escritas en la pared, alterándolas para poder acomodarlas a sus intereses.
Así por ejemplo, cuando alguien violaba las reglas iban a la pared donde estaban escritas para darse cuenta que las mismas habían sido alteradas, evidentemente por los cerdos. Ahora las reglas se leían de la siguiente forma: Ningún animal dormirá en una cama ‘con sábanas’; ningún animal beberá alcohol ‘en exceso’; ningún animal matará a otro animal ‘sin motivo’; y todos los animales son iguales ‘pero algunos son más iguales que otros’.
Es decir, en su obra, Orwell ridiculiza las posturas de la Revolución Rusa en donde los supuestos proletarios trataron de erradicar las costumbres de los zares, únicamente para que los líderes de dicha revolución se convirtieran, en los hechos, en los nuevos zares.
Esta es una cuestión recurrente en los gobiernos populistas, principalmente en los de izquierda, que tratan de identificarse con el pueblo, y supuestamente adoptan las costumbres populares, pero resulta que ejercen prácticas que criticaron.
En 2016 comenzó a circular un spot del entonces partido minoritario Morena donde Andrés Manuel López Obrador decía que en 2018 habría una nueva “Rebelión en la Granja” (https://www.youtube.com/watch?v=3S26oRcoRIs).
Le doy toda la razón, pues su gobierno fue justamente algo parecido a lo que pasó en Rebelión en la Granja. López Obrador, aprovechándose que el mexicano promedio lee medio libro al año, publicó este spot donde nos avisaba de forma cínica lo que sería su gobierno. Al final, su gobierno fue más de lo mismo que siempre criticaron.
López Obrador hizo de la lucha contra la corrupción su principal bandera. Sin embargo, acogió en su partido y en su movimiento a personajes como Manuel Bartlett, señalado constantemente por la enorme cantidad de propiedades inmobiliarias que tiene. Lo mismo sucedió con Napoleón Gómez Urrutia, quien siendo acusado de robar a los mineros, tuvo que huir a Canadá y regresó solamente cuando tenía fuero. Lo mismo pasó con Irma Eréndira Sandoval, entre otros personajes. Ahora el oficialismo dice que no son corruptos, cuando decían que sí lo eran.
A su hermano lo captaron recibiendo dinero en sobres amarillos. A su hijo José Ramón se le descubrió viviendo en una casa en Houston propiedad de un contratista de Pemex. A su otro hijo, Andrés (Andy) se le ha señalado de ser beneficiario de contratos de la construcción del Tren Maya. Todo esto sin contar los señalamientos vertidos contra la cúpula de las fuerzas armadas que también está metida en toda clase de negocios. Con esto se evidencia que López Obrador no combatió la corrupción, solo los ingenuos (que son millones) le creyeron ese cuento. Esto porque López Obrador siempre sostuvo que en el caso de su hijo, su esposa “tiene dinero”. En el caso del dinero recibido por su hermano, dice que “son aportaciones para el movimiento”. Es decir, lo que antes era corrupción, con su gobierno no lo fue.
En su caso, López Obrador dijo que había que erradicar el nepotismo. Sin embargo, dentro de la Cuarta Transformación se cuentan varios casos que evidencian que esto era solamente discurso, y no hechos. La familia Batres tuvo a Martí Batres como senador, y jefe de Gobierno. A su hermana Valentina, la acomodaron como Diputada Local en la Ciudad de México y a su otra hermana, Lenia, como Ministra de la Corte.
El caso de la familia Alcalde es parecido. Luisa María y Bertha ocuparon cargos relevantes en la Cuarta Transformación. Luisa María fue Secretaria del Trabajo, Secretaria de Gobernación y ahora es Dirigente Nacional de Morena (junto con Andy, hijo de López Obrador, que es Secretario en dicho comité) mientras que Bertha fue candidata a la Corte, al INE y terminó siendo Directora del ISSSTE. Esto sin contar a muchos familiares que acomodaron en distintas posiciones del gobierno.
Resulta relevante también los casos de Ernestina Godoy, de la familia Monreal (con un diputado, un senador, y un gobernador) entre otros casos escandalosos.
Ahora salen a decir los corifeos del oficialismo que eso “no es nepotismo” pues sería desestimar la capacidad de los involucrados. Bajo esa lógica, entonces tampoco en el pasado se pudiera hablar de nepotismo. Pero así de incongruente es la 4T. Igual que los marranos en “Rebelión en la Granja”.
Por años la 4T nos dijo que pacificaría al país, y hoy es un país más violento que hace seis años. Nos dijeron que la gasolina costaría $10 pesos el litro y hoy cuesta cerca de $25. Nos dijeron que tendríamos un sistema de salud como en Dinamarca, pero no sé si en el país escandinavo se mueren los niños de cáncer porque no hay tratamientos para ellos en los hospitales, o se muere la gente en los elevadores por falta de mantenimiento, justo como sucede aquí en México. El sistema de salud pública está completamente desmantelado.
Durante años nos dijeron que la culpa de la desaparición de los cuarenta y tres estudiantes de Ayotzinapa había sido del Ejército. “Fue el Estado” decían. Hoy, la conclusión a la que llega el gobierno es la misma a la que llegó el gobierno de Enrique Peña Nieto. Y los estudiantes siguen sin aparecer.
Todo esto viene a evidenciar que llegaron al poder los más corruptos, los más ineptos pero también los más mentirosos y cínicos. Si la gente no se quiere dar cuenta de ello y quiere seguir avalando esta porquería de gobierno que nos impusieron, entonces no tienen razones para quejarse de la falta de medicamentos o de la inseguridad, pues todo deriva justamente del gobierno que tenemos, que parece que quiere seguir el mismo camino de desmantelamiento institucional que inició el gobierno anterior.
En conjunto, me parece que la verdad es que López Obrador y sus seguidores no es que creyeran que las cosas estaban tan mal. Simplemente, es que no eran ellos los que incurrían en los vicios políticos que laceran a México y de los cuales ahora son partícipes.