Las elecciones presidenciales del 2 de junio en México han sacudido los cimientos de la economía, dejando una estela de incertidumbre y volatilidad en los mercados financieros. La inflación, un tema candente, se sitúa en un 4.69% anual, un 56% por arriba de la meta de Banxico, quien intenta mantenerla bajo control con una tasa de interés restrictiva del 11%, es decir 6% real (elevadísima). La próxima decisión de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) sobre su tasa de interés programada para el 12 de junio añade mayor incertidumbre en lo que respecta al tipo de cambio, en el que el peso se ha depreciado en esta semana pasada hasta por arriba de los $18.30 (un 11%).

El día después de las elecciones, la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) sufrió una caída histórica cercana al 6% (lunes negro), reflejando el evidente nerviosismo de los inversionistas ante la perspectiva de un cambio político significativo. El dominio del partido Morena en ambas cámaras del Congreso ha generado enormes preocupaciones sobre el paquete de reformas constitucionales, y las desafortunadas declaraciones del Presidente de la República y los actuales coordinadores de las Cámaras. Este temor se ha traducido en una fuerte volatilidad de los principales grupos financieros, grandes inversionistas como Blackrock, a pesar de que sus fundamentales siguen siendo sólidas.

En medio de este panorama incierto, queda claro que México se encuentra en un momento crucial de su historia, ya que aunado a lo anterior el déficit fiscal 2024, la quiebra de Pemex, tasas reales de interés carísimas y una caída en el PIB serán determinantes para el futuro económico y político del país.

¿Las autoridades políticas y económicas de México serán capaces de evitar el efecto tequila de 1994 con sus errores de diciembre y la terrible crisis de 1982, usted qué piensa?.