En los últimos días en la ciudad de Chihuahua se han polarizado las posturas ante la inminente corrida de toros que se proyecta para el fin de semana; entre excesos de tolerancia, exigencia de los “derechos” de los animales y hasta actitudes moralistas que sin duda deben encontrar un cauce para que no se llegue a los excesos y a la violencia.
Dos posturas irreconciliables que difícilmente podrán llegar a un acuerdo, pero lo que sí queda muy claro es que la fiesta “brava”, las corridas de toros ya están llegando a su fin, y no sólo porque aquí en Chihuahua ya no habrá donde realizarlas, sino que en general en México y en el mundo esta situación no se le ve arreglo posible.
Pero sin duda el principal argumento de su extinción, se encuentra en un acrecentado reconocimiento de que el aprecio y el respeto no se demuestran por medio de la tortura hacia estos animales.
Las corridas de toros tienen sus raíces en ritos que datan varios siglos atrás, y claro con la influencia española en nuestro país, las corridas se convirtieron por primera vez en un evento cultural a principios del siglo 18, y a pesar de su importancia cultural, la corrida de toros sigue siendo sujeta a crítica en base a los derechos de animales.
Activistas y defensores de animales llevan mucho tiempo protestando por corridas de toros en México, España y otros países, señalando el peligro innecesario en el que se pone al toro y al torero, lo que ha provocado que en muchos lugares ya estén prohibidas.
Para algunos aficionados, el toro que pelea en las corridas vive de cuatro a seis años mientras que la vaca criada para consumo de su carne vive solo uno a dos… Esos años los animales se la pasan libres y pastando…” Otros también argumentan que la muerte del toro en el ruedo es más humana que la muerte de los animales en un matadero.
Legalmente no hay elementos para prohibir este espectáculo: como ejemplo está lo sucedido en la Ciudad de México en contra de la Plaza de Toros México; por casi dos años que duró el litigio, los amantes de la tauromaquia casi vieron perdidas sus esperanzas, por la suspensión que un juez de Distrito dictaminó contra la fiesta y el inmueble.
Fue hasta el 6 de diciembre del 2023 que la Suprema Corte de Justicia de la Nación emitió un fallo que dejó sin efecto tal determinación hecha por el juez en mayo del 2022, lo que permitió de nuevo las corridas y no fue sino hasta mediados de este año que se reanudaron las presentaciones.
Aquí en Chihuahua a inicios del presente año, el Instituto Estatal Electoral, llevó a cabo una consulta pública sobre espectáculos taurinos, con una participación aceptable, tomando en cuenta que la población es poco participativa en este tipo de instrumentos democráticos, pero que a la vez fue una muestra de que en Chihuahua este tema es relevante.
Participaron 6 mil 828 personas, donde la mayoría votó estar de acuerdo a que se realicen en el estado corridas de toros, novilladas, rejoneadas y becerradas, a la vez de considerar que es una expresión cultural.
Si bien es cierto entre las preguntas estaba si se consideraba que existe maltrato a los animales y la mayoría así lo consideró, no fue argumento suficiente para rechazarlas.
Es así que hace apenas unos cuantos meses, los defensores de los derechos de los animales, o animalistas como también se les conocen, tuvieron su oportunidad por la vía legal de echar abajo las corridas de toros, algo que no sucedió y hoy quieren ganar en las calles el respaldo social que se ve muy lejano lo puedan tener.
Se pueden ofrecer cientos de argumentos a favor y en contra de la “Fiesta Brava”, pero ha quedado claro que no hay tolerancia, no existen puntos de flexión que permitan una solución, que si bien es cierto no puede dejar satisfechos a ambos lados de la moneda, pero que pudiera evitar muchos problemas.
En los argumentos por razones ético-morales, la defensa ha sido definida por los filósofos humanistas que afirman que los animales carecen de derechos porque tampoco tienen deberes, en otras palabras responsabilidad moral, libre arbitrio y lenguaje doblemente articulado.
En Tauroética, Fernado Savater define el término como lo opuesto a lo necesario y afirma que los animales carecen de intereses moralmente relevantes bajo una visión de su conducta como algo puramente instintivo que está más que refutada por la etología: “Lo característico de la conducta humana es poder inhibir o aplazar la satisfacción de nuestras necesidades más perentorias para cumplir otros propósitos: respondemos a intereses que son, por definición, múltiples, contrapuestos y por tanto incompatibles frecuentemente unos con otros.
Ante la situación existen pocas alternativas; el despedir las corridas de toros, que por cierto ese es el interés de los dueños de la Plaza la Esperanza, anuncio que a nadie convence, o bien, educar a las nuevas generaciones que tanto participen en sus actividades de protesta y legales, como en la conformación de una consciencia colectiva en defensa de los animales.