Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar: estrofa del poema “Caminante no hay camino” popularizado por Joan Manuel Serrat con la canción del mismo nombre.
¡Pero! cómo está eso de que “todo pasa y todo queda”, es decir, que todo lo que existe (mascotas, harina y hasta políticos y legisladores) cambian de un estado de ser a otro ser, pero luego todo queda igual; ya no entendí qué pasa, parece que nomás se está mareando la paloma para no dar en el punto.
Aunque no lo creas existen docentes, médicos, juzgadores y legisladores que hoy día sostienen que las personas somos puro devenir, que siempre estamos cambiando sin que permanezca algo estático en nosotros. Si es así y considerando que después de nacer entre 7 y 10 años aproximadamente se renuevan todas las células que constituyen nuestro cuerpo[1], tendríamos que ya no seríamos el hijo que nuestra madre dio a luz años atrás, porque ya no seríamos las mismas células ¿cómo ves?
Precisemos dos cuestiones: tan es un error afirmar tajantemente que todo permanece, es decir, que los seres son estáticos siempre y no cambian; como error es afirmar radicalmente que todo cambia constantemente y que nada permanece.
De que el cambio en los seres o las cosas es posible, eso es incuestionable, nuestro sentido común lo grita; si todo permaneciera y nada cambiara, pues ni yo habría escrito estas líneas ni tú las estarías leyendo, porque a lo mejor yo seguiría siendo embrión y tu bebé o nunca hubiéramos existido ¡caray! pero ¿qué hacemos ante el desafío que nos presentan estos profesionales? Bueno, como dijo el Chapulín Colorado: “calma, calma, que no panda el cúnico”.
Este problema de que todo permanece y nada cambia, formulado por Parménides, y de que todo cambia y nada permanece, contrapuesto por Heráclito, no es nuevo, aunque a algunos le gusta hacerse bolas todavía; fue resuelto por Aristóteles hace como 2300 años, de lo cual solo aplico algunas de sus ideas.
¿Encontramos cambio en aquello que se convierte en una cosa distinta? ¡sí! deja de existir como tal para existir en otra cosa, ahí te va: la harina, si la combinas con agua, azúcar y royal se convierte en masa, a ésta les das forma de cuadritos, luego, los metemos al horno, después de unos minutos tendremos galletas; ¿cómo ves? la harina dejó de existir y empezaron a existir las galletas, luego requiescat in pace la harina.
Ahora elevemos el nivel de argumentación, escoge una mascota, el gato o el perro; fíjate: el gameto (célula sexual) de la mamá mascota y el gameto del papá mascota, por azares del destino se unen, y ¿qué crees? resulta que esas dos células dejaron de existir ¡pero! dieron origen a un nuevo ser, una nueva: entidad, organismo, mascotita ¡quihúboles!
Esa unión marca el inicio de vida de una mascotita, que va desarrollándose, ¡sí! aquella que tomamos en nuestras manos cuando nació y que al mes ya corre y juega, es el mismo organismo individual que dejamos subir al sillón, que al año la llevamos a pasear, nos regala a la vuelta de dos años otras mascotitas.
Es obvio que habrás observado que durante ese tiempo tu mascota vivió y sufrió muchos cambios, y no obstante desde que nació y hasta que muere sigue siendo la misma mascota ¿o no? verdad que sí, permanece, sigue siendo el mismo organismo, la misma entidad, ves como el cambio o transformación no es ilusión.
Los profesionales citados deberían reflexionar sobre este tipo de temas, este tipo de análisis son importantes, pues, a la hora de precisar qué sean las personas y qué es el derecho en función de las personas, evitaríamos el conocimiento y el derecho fincado en la practicidad, en el servilismo y en la abyección a un poder que brinda un puesto o posición que sigue una corriente o moda por comodidad o mezquindad, pero no porque sea la verdad.
[1]https://www.bbc.com/mundo/noticias-42709262#:~:text=Pie%20de%20foto%2C%20Las%20c%C3%A9lulas,mientras%20que%20otras%2C%20varias%20d%C3%A9cadas.
Opinión
Sábado 07 Sep 2024, 06:30
Cuando el cambio o transformación no es ilusión
.
Jesús Guerrero
