Ciudad de México.- La joven esposa recibió a su maridito cubierta sólo con inconsútil negligé que dejaba a la vista todos sus encantos y prometía inéditos goces de erotismo. Es que había chocado el coche. De la mano llevó al muchacho a la alcoba conyugal. Ahí le entregó una cuerda, tras de lo cual dejó caer el negligé, se tendió en el lecho, voluptuosa y lúbrica, y le dijo con sinuosa voz al sorprendido desposado: "Átame a la cama, y luego haz lo que quieras". El marido, feliz, la ató de pies y manos y luego se fue a jugar dominó con sus amigos. No falto a las buenas maneras ni a la caridad cristiana si digo que Uglicio era soberanamente feo. Cierto día fue al zoológico y le preguntó al guardia: "¿Dónde está la jaula de los orangutanes?". Con otra pregunta le contestó el sujeto: "¿Si no sabes regresar pa' qué te sales?". El hijo de don Epaminondas iba a contraer matrimonio. (Eso de "contraer" suena a enfermedad). Le dijo, solemne, el vejancón: "Hijo mío: ésta será la noche más feliz de tu vida". "Papá -acotó el muchacho-. No me caso hoy: me caso hasta mañana". "Precisamente -confirmó don Epaminondas-. Ésta será la noche más feliz de tu vida". La justicia se desvirtúa y corrompe al mezclarse con la política. Tal es el caso de lo sucedido con Florence Cassez e Israel Vallarta. Tanto su prisión como su libertad estuvieron contaminadas por cuestiones que nada tenían que ver con la recta impartición de la justicia, y sí con motivaciones de mero orden político. Ni en una ni en otra coyuntura se entró al fondo del asunto -la inocencia o culpabilidad de los procesados-, y tanto su encarcelamiento como su liberación se debieron a meros formulismos legaloides. Nunca se sabrá si la mujer y el hombre fueron en verdad secuestradores o si se les hizo víctimas de un montaje mediático que indebidamente los llevó a prisión. Tampoco sabremos si su libertad obedeció a un acto de justicia o a un manejo de politiquería. Mi madre y sus hermanas se reían de una cuñada que a todas las preguntas que le hacían contestaba: "Pos sabe". La misma expresión usaré yo cuando alguien me pregunte si Cassez y Vallarta son culpables o inocentes. Pondré cara de zonzo, y con la boca abierta y los ojos redondos como plato contestaré: "Pos sabe". Conocemos a Jactancio Elátez, sujeto presuntuoso, narcisista, ególatra, pagado de sí mismo. Además de todo eso, es majadero y lépero. En círculo de amigos relató: "Cuando nací fui un bebé tan hermoso que la nodriza, en vez de darme el pecho, me dio aquellito". Doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad, le comentó a su amiga Gules: "Mi marido no se lleva bien con la muchacha de servicio. Tendré que pedirle que se vaya de la casa". Comentó la amiga: "Tendrás que indemnizarla". "No -aclaro doña Panoplia-. Tendré que pedirle a mi marido que se vaya de la casa". El oficial de tránsito detuvo al individuo que iba manejando a 100 kilómetros por hora en la calle principal del pueblo. "Déjeme explicarle, oficial -dijo el detenido-. Sucede que.". "Nada -lo interrumpió el agente-. Voy a hacer un escarmiento con usted. No sólo le quitaré la licencia de conducir: además lo llevaré a la cárcel". Balbuceó el otro: "Pero es que.". "Cállese y suba a la patrulla" -le ordenó el oficial. Obedeció el tipo. El agente lo llevó a la cárcel municipal y lo encerró en una celda. Una hora después, suavizado ya su enojo y atemperado su rigor, fue a ver al detenido. Le dijo: "Está usted de suerte. Cuando venga el jefe será clemente con usted, pues a esta hora se está casando su hija, y de seguro vendrá de buen humor". "Lo dudo -replicó el preso, mohíno-. Yo soy el novio". FIN.

MIRADOR
Por Armando FUENTES AGUIRRE.
VARIACIONES OPUS 33 SOBRE EL TEMA DE DON JUAN
Don Juan ha envejecido. Por eso dejó de ser Don Juan. Ahora es solamente don Juan.
En retiro ya su donjuanía no hace más que recordar. Y es afortunado: hay muchos hombres que ni recuerdos tienen. Triste cosa es llegar al final de la vida sin haber vivido. Cosa triste es haber muerto antes de morir.
Esta tarde, mientras el sol apaga sus fuegos en las aguas del Guadalquivir, el caballero sevillano evoca a doña Laura, de marfilina tez y cabellera bruna. Después del amor la hermosa mujer corría al templo a confesarse, y luego de recibir la absolución corría otra vez al lecho del amor.
-No te entiendo -le decía Don Juan.
Contestaba ella:
-No soy para que me entiendas. Soy para que me ames.
Ahora el hidalgo sonríe levemente. Ha entendido.
¡Hasta mañana!...

MANGANITAS
Por AFA.
". Impunidad en Morena y la 4T.".
Corrupción, venalidad,
engaños, trapacería,
cinismo e hipocresía.
Ésa es nuestra realidad.