-Abundan las red flags de la Torre Zahara
-La herencia histórica del diputado Chacón
-Santiago enfermo, no en la Fórmula 1


Resulta un ejercicio de cinismo difícil de digerir. Mientras la Universidad Autónoma de Chihuahua emite comunicados triunfalistas proclamando que sus atletas “brillan” en campeonatos internacionales, como el reciente Mundial de Wushu Kung Fu en China, la realidad que viven esos mismos estudiantes es de un abandono institucional bochornoso.
El titular oficial, Oscar Erives, cuya suerte política lo dejó cargado de una autoindulgencia que roza la injuria, pretende ocultar la verdadera hazaña: la de los jóvenes que, representando a la institución, fueron enviados con una mano adelante y otra atrás, literalmente echados a su suerte en un país lejano. La proeza no fue sólo deportiva, sino también de supervivencia.
La versión que vende la Dirección de Actividades Deportivas, encabezada por Oscar Erives, se desmorona ante los testimonios de los protagonistas. ¿Por qué los atletas se negaron a portar el uniforme universitario? La respuesta es simple y revela la profundidad del desprecio institucional: porque el mismo director Erives les comunicó, sin rubor, que no había dinero para apoyarlos. La módica —y casi ofensiva— cantidad de cinco mil pesos para gastos menores, como taxis, fue el único “respaldo” que recibieron para una competencia mundial.
Este caso no es una excepción; la tacañería es la razón por la que muchos deportistas universitarios tienen que recurrir a medidas desesperadas, como el “boteo” en los cruceros y venta de hamburguesas para financiar lo que su director les niega: un uniforme digno, un apoyo económico real, una verdadera representación.
Ante este panorama, uno se pregunta qué merece más reflexión: ¿el “éxito” aislado de unos atletas que triunfan a pesar de todo, o la paliza constante que recibe el deporte universitario?
Basta observar los magros resultados en las Universiadas Nacionales, donde las preseas de oro se cuentan con los dedos de una mano y se esconden detrás de un montón de bronces.
O también el reciente y contundente revés que los basquetbolistas de la máxima casa de estudios sufrieron frente a una universidad de Nuevo México. El deporte universitario en Chihuahua no está en la lona: está recibiendo la cuenta de los golpes mientras su director de Actividades Deportivas se la pasa haciendo negocios.
Urgen cambios en la Dirección de Deportes de la UACH. Y no se habla de cambiar a los atletas o a los entrenadores, que son quienes ponen el corazón. Se habla de reemplazar a la cabeza que ha convertido una dependencia vital para la formación integral en un feudo de ineficacia y opacidad. La comunidad universitaria, empezando por los deportistas, merece más que simples comunicados: merece una institución que los lleve en el pecho, no sólo en el nombre.

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Las autoridades municipales, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) y la Cámara de Propietarios de Bienes Inmuebles (Caprin) son tres instancias que han puesto red flags a la Torre Zahara y a su empresa desarrolladora, Grupo R10.
Mientras en redes sociales son lanzadas presentaciones, renders y ofertas de preventas de los desarrollos del grupo, a nivel de tierra, en la realidad, son lanzadas estas alertas, alentadas en gran medida por la falta de transparencia del grupo empresarial para salir a dar explicaciones claras, en vez de acusar a la sociedad de no informarse bien de sus proyectos.
La directora de Desarrollo Urbano y Ecología de la capital, Adriana Díaz Negrete, informó que donde presuntamente estará la torre sólo se han otorgado permisos de demolición de una construcción previa; el mismo alcalde, Marco Bonilla, dijo en agosto pasado que ese proyecto estaba en pausa porque la empresa no había cumplido con toda la normatividad.
De eso, en redes sociales se queja quien asegura ser la jefa del proyecto, Adriana Liney Morales Reyes. Ha subido videos lamentándose de cuando la burocracia retrasa sus sueños o haciendo invitaciones a la gente para que conozca el proyecto, ante las “notas que desinforman”, con hashtags como “Legalidad” y “Ciudad Ordenada”, cuando precisamente es lo que se cuestiona del proyecto.
La Profeco, por otra parte, ha clausurado temporalmente las oficinas del Grupo R10 ubicadas por la avenida Insurgentes, por dos causas diferentes, relacionadas con el cumplimiento de la normatividad oficial federal. Ni modo que fuera por el exceso de legalidad.
El grupo ha respondido con silencio y el juego de las escondidas, diciéndose víctima de los rumores, pero sin el valor para salir a dar la cara a los chihuahuenses y responder las interrogantes naturales que puede tener cualquier persona invitada a gastar su dinero en un proyecto de realización incierta.
La Caprin, al mando de Eduardo Barriot, ha dicho que no tiene antecedentes del desarrollador dado que no forma parte de esta agrupación y ha advertido a la población para que no ponga en juego su patrimonio con compras fuera de la formalidad o sin vigilancia de las autoridades.
Esto no significa que descalifique a R10 o a la Torre Zahara, es simplemente que no existen mayores referencias en el sector, lo que puede interpretarse como otra señal de alerta, sobre todo si la entidad privada nada hace por transparentarse y comunicar de forma adecuada sus proyectos.
Muchas señales de alerta y pocas, nulas respuestas.

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El nueve de diciembre próximo, el Congreso del Estado regresará a su viejo recinto, aunque posiblemente deba recurrir al Patio Central del Palacio de Gobierno, para conmemorar el bicentenario de la primera Constitución de Chihuahua, promulgada en 1825.
La Junta de Coordinación Política dictaminó de manera favorable lo que fue uno de los últimos asuntos que planteó el diputado priista de Guerrero, Luis Fernando Chacón (que en paz descanse), presentado ante la legislatura a principios de este mes de octubre, debidamente fundamentado en una interesante reseña histórica de la máxima norma estatal.
Chacón Erives fue el iniciador de la propuesta para que el Congreso tuviera una sesión solemne en su antigua sede, “a efecto de que sea un punto de encuentro entre la historia pasada y presente de Chihuahua, para que marquemos un mejor futuro con el mejor de los ánimos que tuvieron los constituyentes de 1824, para que como ayer, hoy trabajemos por el mañana de Chihuahua y su gente”.
Sin duda, la sesión tendrá todavía un mayor simbolismo dado que fue la última de las propuestas del guerrerense, quien falleció el pasado sábado. No podrá asistir a esa sesión del pleno, pero dejó esa breve lección de historia como herencia.

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Marco Bonilla sigue supervisando personalmente los trabajos de recarpeteo que se realizan por toda la ciudad.
Ayer lo vimos en la avenida Miguel Barragán, supervisando la zona y también llevándose las gestiones que los vecinos que circulaban le hicieron al edil.
Quienes alguna vez recorrieron esta calle, saben que era urgente un recarpeteo porque, como dicen, parecía que cada que pasaban en sus autos era como pasar por los cráteres de la luna. Hasta al mismo Bonilla le tocó dar de brincos ahí en algún momento.
Para la próxima semana, los conductores circularán como en autopista de la Fórmula 1, por lo parejita que quedará, así como otras que ya quedaron listas.

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El secretario general de Gobierno, Santiago de la Peña Grajeda, no andaba en el Gran Premio México de la Fórmula 1, sino enfermo de Covid, según la explicación que brindó él mismo de su ausencia de viernes a lunes pasados.
Así que fue mera casualidad la especulación surgida desde alguna oficina de la burocracia estatal, tan casual como el reparto de camisetas justo en ese fin de semana, con la leyenda “Chihuahua vale la Peña”, que quién sabe de dónde habrán salido para ser regaladas en un tianguis al norte de la ciudad.