Nos da mucho gusto acudir a charlar con los sacerdotes de la Compañía de Jesús que están de paso en Chihuahua con motivo de su Tercera Probación, en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, Chihuahua. Anteriormente compartimos la experiencia de un padre ecuatoriano, ahora tuvimos el gusto de entrevistar al P. Avelino Chico, SJ, originario de Angola, África. Llegó a Chihuahua el 21 de marzo y su jornada en la comunidad del Sagrado Corazón será de 30 días.
-Gracias, padre, por compartirnos su testimonio. Díganos, ¿qué es la Tercera Probación?
"Es un círculo de formación, la última etapa de la formación de un jesuita, que ocurre años después de la ordenación sacerdotal, en mi caso, diez años después.
La primera etapa tiene que ver con el noviciado, donde uno promete entrar en la Compañía, y después de todo un recorrido de formación en la "Segunda Probación", la Compañía te invita a integrarte en el cuerpo de ella; en la Tercera Probación hacemos lo mismo, es decir, algunos años después de la formación termina el círculo completo de formación de un jesuita que culmina con la integración definitiva, la que puede darse a través del cuarto voto de obediencia al Papa".
-¿Qué lo motivó a ser jesuita y sacerdote?
"En mi comunidad había una Fundación Jesuita a cargo de las Hermanas de Santa Dorotea; ellas me compartieron un libro sobre la vida de San Ignacio de Loyola, el que, al terminar de leerlo, quedé enamorado de la universalidad de sus servicios".
-¿Usted pertenecía a algún ministerio en su parroquia?
"Sí, yo estaba muy involucrado con la pastoral de la Iglesia, era scout, monaguillo y acólito".
-¿Cómo se dio el primer paso al sacerdocio?
"Yo entro en la compañía en un contexto de la guerra civil y fue muy duro, ya que fueron 27 años de guerra civil: Yo nací, crecí y entré a la Compañía de Jesús, en la guerra.
Y como ya lo dije antes, después de leer la vida de San Ignacio de Loyola me gustó mucho esa universalidad; el conocer que los jesuitas se encuentran en diferentes partes del mundo prestando sus servicios pastorales, me hizo tomar la decisión de ingresar al seminario".
-¿En qué lugares cursó su formación?
"El Noviciado en Mozambique; la Filosofía en Zimbabue; el magisterio, que es trabajo pastoral, en Togo; finalmente la Teología en España, donde estuve estudiando seis años, y terminé con un Doctorado en Migraciones Internacionales y Cooperación para el Desarrollo. Al terminar este ciclo formativo me llamaron del Vaticano para trabajar en donde me encuentro actualmente: en el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, la oficina del Vaticano que se ocupa de temas sociales".
-¿Qué dijo su familia cuando eligió este camino?
"Mi familia, nosotros somos solamente mi madre, mi hermana menor y yo. Siendo yo el único varón en la familia, impone mucho, y a la hora de tomar esa decisión más; pero lo más bonito fue el hecho de que tuve siempre el apoyo de mi madre, ella fue siempre la fuerza motriz que me ha animado a seguir adelante.
Quiero compartir una cosa muy interesante, justo cuando me ordené cura en Angola en agosto de 2014, mi hermana dio a luz a mi sobrino, así que la interpretación de mi madre fue: "¡Oye,
Dios me pidió a mi varón, pero me acaba de enviar otro! [Ríe el entrevistado]. Lo dijo como si eso fuera un reemplazo. Algo que también me dice mi madre es: "¡Oye! ¿Y cuándo te veremos ejercer tu ministerio aquí?". Pero como dije antes, nosotros vamos a donde nos envíen, y hasta hoy no me han mandado a mi país de origen, la Compañía nos envía donde hay más necesidad. Ante esto yo estoy muy feliz de conocer muchos rincones del mundo, otras culturas y a gente con diferentes formas de pensar. Al final es una riqueza grandísima".
-¿Cómo se sintió al llegar a nuestro país?
"Cuando yo llegué acá -primero es necesario que diga una cosa: la cultura mexicana está muy presente en Angola, ya que desde hace años se trasmiten y se siguen viendo las telenovelas mexicanas-. Yo, cuando llegué, la impresión que tuve es que somos una cultura muy en común: somos de cultura muy abierta y amable; además también somos de clima tropical, aquí se comen las frutas que tenemos en África, tales como la papaya, el mango y eso me hizo sentir en casa, aparte de que es una cultura muy cercana y amable. Les comparto un ejemplo: A finales de noviembre hice un viaje en camión de Veracruz a Minatitlán y me senté junto a una persona con la que platicamos todo el camino y al final del viaje yo sabía su nombre, mucho de su vida familiar y eso me gustó mucho porque se siente uno en casa, lo que no ocurre en Europa, por ejemplo, y cuando salgo a caminar la gente aquí te saluda y eso es muy agradable".
-¿Cómo lo recibieron en Chihuahua?
"Cuando llegué al aeropuerto de Chihuahua me sentí muy bien, al tocarme presentar mis documentos e informarle al agente que era religioso y que venía a apoyar las actividades del Sagrado Corazón de Jesús, me dijo 'de sopetón': '¡Padre, bienvenido, estaremos en tu Misa'! [Sonríe de nuevo].
-¿Qué actividades pastorales ha realizado?
"Ya he celebrado Eucaristías, voy a celebrar una boda, y también estaré un poco en las pláticas cuaresmales; algo que me da mucha alegría es que también apoyaré en los Ejercicios Espirituales de ocho días. ¡Esta ha sido una experiencia muy rica! Me he sentido tan acogido desde el aeropuerto, y más cuando al final de cada celebración hay gente que se acerca para darme la bienvenida. En ese contexto yo me siento realmente en casa y muy bien arropado".
-¿Un mensaje para su comunidad temporal?
"Agradezco esta oportunidad, y agradezco la acogida y hospitalidad que voy experimentado a lo largo de estos días. Les digo que vivan siempre la Semana Santa y la Pascua, claves de nuestra fe cristiana, con muchas ganas, y que participemos de todas las celebraciones: y no sólo como espectadores sino como participantes clave, ya que la Pascua es algo que nos ayuda a abrirnos a que Jesús debe morir, pero también resucitar.
¡Que Dios resucite en nuestros corazones y, por medio de Él, también podamos ser esas personas abrazadas a la voluntad de Dios! ¡Que Dios los bendiga siempre!".