El uso abusivo de redes sociales y televisión, ente otros, está generando en la actualidad un problema grave de comunicación para la familia, escuela y sociedad; van en declive la comunicación auténtica entre personas que se tratan y ven como iguales, y la comunicación educadora con la cual se intenta favorecer el desarrollo y crecimiento personal de quienes participan en un diálogo.
Reina ahora la comunicación deficiente, en la que, a decir de Raúl Gutiérrez[1], uno de los interlocutores considera al otro como un objeto y pretende manipularlo, siendo esta la que se presenta con mayor frecuencia, de tal modo que pareciera que no existe otro tipo de relación humana sino solo esta.
De tal modo que es común escucharla en algunos círculos de profesionistas: que esta mal llamada forma de comunicar, debe no solo entenderse sino ejercerse sin ética alguna, sin piedad en los negocios, en la vida social y política, con la pena de hacer el ridículo por no sujetarse a esta.
Pareciera pues, que la comunicación manipuladora resultante de las redes sociales es la divisa de cambio en estos tiempos, cuyos fundamentos son: la falta de atención, comprensión, sinceridad, actitud emotiva, un egoísmo rapaz, resultando de estas una interacción distorsionada y deshonesta, en la que se busca influir en la otra persona de manera negativa o controladora, dirían otros tóxica o asfixiante.
Las personas de hoy, gracias a las redes sociales y otros factores: ¡no escuchan! No se interesan por lo que la otra parte dice o comparte; viven gestionando en redes sociales cualquier tema o noticia que les produce placer, no les interesan las emociones de la otra persona, menos sus necesidades.
Qué decir de la falta de comprensión, además de no escuchar, en una comunicación así; las personas manipuladoras escamotean todo esfuerzo por entender y comprender las inquietudes, emociones y perspectivas de sus semejantes, eluden el compromiso, prefieren redes sociales y la televisión pues estos no exigen aquel.
Que decir de la falta de sinceridad, esta lleva a la mentira, entendida como una agresión a la dignidad de la persona humana, a su inteligencia, pues se le proporciona información falsa, luego se falta a la verdad, lo que violenta de ésta su derecho a la justicia, a la verdad.
No obstante la velocidad con que las personas se están convirtiendo en esclavas de redes sociales y la televisión, aún encontramos comunicación auténtica en aquellas; a fin de reconocerla y practicarla es conveniente saber que quienes la practican muestran una actitud comprensiva, emotiva, desinteresada, integradora y comprometida.
En una comunicación auténtica entre personas siempre vamos a encontrar -dice Gutiérrez Sáenz- un profundo nivel de comprensión, en la cual cada una recibe las señales de la otra y se preocupa por desentrañar su sentido, pero de un modo que se captan los significados originados en la otra persona, de tal modo que no es una comunicación o comprensión superficial, sino que capta casi como propio, sino es que tal, lo que el otro siente, lo que vive, sus emociones, frustraciones y preocupaciones. Entonces, es cuando hablamos de una auténtica comunicación entre papás, hijos estudiantes, maestros trabajadores, etcétera.
Cuando hay afecto entre las personas, hay también actitud emotiva, es natural sentir una inclinación o afinidad, que se dice simpatía, amistad, cariño o amor, estos surgen en una comunicación a medida que se conocen las cualidades y valores de la persona con quien se comunica; el afecto por lo general se da entre amigos, en cambio, el cariño, el enamoramiento y el amor son de mayor intimidad.
Estás y otras son características que encontramos en una comunicación auténtica, se han visto trastocadas por el uso abusivo de redes sociales entre otras; ya no se viven ni comparten hechos cotidianos, por eso nos preguntamos: ¿y la comunicación de persona a persona dónde está quedando? ¿Qué respondes?
[1] Gutiérrez, S. Psicología. Editorial Esfinge. México. Pág. 202-203