Ciudad de México.- Don Cucoldo regresó de un viaje antes de lo esperado, y encontró en la recámara a su esposa, presa de singular agitación, en la cama y sin más cobertura que las de una gotas de perfume. "Qué te pasa, Fornicia?" -le preguntó receloso. "Nada, Cucú" -balbuceó ella. Paseó el esposo una mirada en torno de la habitación, y mal escondidas descubrió un par de prendas de ropa interior de hombre. "¿A quién pertenecen este calzoncillo y esta camiseta?" -inquirió atufado. "Pero, querido -respondió la señora, ya más tranquila-. ¿Qué no te has enterado? Está de moda ahora que las mujeres usemos prendas interiores de hombre, como parte de la liberación femenina y la igualdad de género. ¡Esa ropa es mía!". "Ah, vaya -se tranquilizó el esposo, que poco sabía de las nuevas costumbres-. Por un momento pensé que podía tratarse de otra cosa". En eso se escucharon ruidos en el clóset. Don Cucoldo lo abrió. Adentro estaba un tipo. "¿Qué hace usted aquí?" -se indignó el esposo. "Mire, amigo -replicó el individuo-. Si le creyó a su esposa eso de que las mujeres están usando ropa interior de hombre, también me creerá a mí si le digo que estoy aquí esperando el autobús"... El médico del pueblo salió de cacería muy temprano armado con un rifle. Don Arsilio, el cura del lugar, había terminado de oficiar la primera misa. Lo vio pasar y lo saludó. "Buenos días, doctor ¿Tan temprano va a ver a sus pacientes?". El facultativo se amoscó. Le preguntó, molesto: "¿Cómo puede pensar que voy a ver a mis pacientes? Salgo a cazar conejos. ¿No ve que llevo un rifle?". "Ah, perdone -se disculpó el párroco-. Pensé que iba a visitar a sus pacientes, y que llevaba el rifle por si le fallaban los recursos de la ciencia"... Dos amigas hablaban de hombres. Dijo una: "Me gusta mucho Fornicio". Acotó la otra: "Fornicio es casado". "Ya lo sé -admitió la primera-. Pero me gusta porque es joven, guapo, elegante, culto, inteligente, simpático y adúltero"... Graves daños nos causó la 4T en el anterior sexenio. Otros se avizoran en éste, que cada día enfrenta problemas de consideración, algunos heredados, otros nuevos. Todo se vuelve incertidumbre. Las continuas amenazas de Trump, y las acciones que últimamente ha ordenado son para preocupar. Sus palabras ominosas no ayudan a disipar esa inquietud. La rampante criminalidad de los cárteles de la droga nos alarma en el interior y nos desprestigia en el exterior. La malhadada elección judicial es un factor que divide a los mexicanos y amenaza la integridad de la Nación. En estas circunstancias, cualquier llamado a la unidad haría que se tildara de iluso a quien lo hiciera. Hablar del bien de México parece lirismo chabacano en medio de tantos males que sufre nuestro país. Y sin embargo es necesario pensar en ese bien, y fincar en la participación de los ciudadanos conscientes el futuro de nuestra casa común. Por ahora, ya que no podemos cambiar las cosas, cambiemos de conversación... En la noche de bodas la joven recién casada vio por primera vez al natural a su flamante maridito y menea la cabeza tristemente. "¡Ay, Meñico! -le dijo-. Tu mamá me comentó que tenías cosas de niño, pero yo pensé que se refería a la inocencia". Y para terminar, he aquí el cuento de los dos señores que acompañados de sus respectivas esposas visitaban el zoológico. Llegaron a donde estaban los mandriles, esos monos que tienen grandes callosidades de color rojo encendido en la parte posterior. "Son mandriles -les explicó el cuidador-. Esas callosidades les brotan en la época de celo". "¡Mira! -se sorprendió una de las señoras- ¡Yo creí que eso era porque se la pasaban horas jugando al dominó!"... FIN.
MIRADOR
Por Armando FUENTES AGURRE.
El viajero fue a pescar. Se levantó en la madrugada y vio cómo las estrellas se iban apagando al mismo tiempo que se encendía el sol. Con igual serenidad deberíamos apagarnos los humanos, pensó el viajero mientras disponía su sedal.
Cuando el viajero llega al pequeño lago lo encuentra aún dormido. En sus orillas se refleja apenas el leve amanecer. Tira su línea el pescador y un pájaro vuela en sobresalto y hace que el día se asome a ver qué pasa. Se vuelve azul el agua, y verde y amarilla; se escuchan silbos de aire; rezumban los insectos. Salta de pronto un pez de jade y pone en el lago círculos concéntricos. El último de esos círculos llega a la orilla y mueve una pequeña hoja de hierba.
El pescador tiene ahora al mundo prendido de su anzuelo. Ha pescado la luz del día, el sol, el aire de la mañana, el vuelo del pájaro, los ruidos de la vida y la memoria de la estrella. Ningún pez ha pescado, si se exceptúa la imagen de aquél hecho de jade, tan instantáneo y súbito como un hai-kai. Pero el viajero es pescador y sabe que pescar es lo que menos importa cuando se va a pescar.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
Por AFA.
"... Hicieron un trasplante de estómago en Rochester...".
Y comentaba un viejito
con triste acento: "-¡Caray!
Todos los trasplantes hay,
menos el que necesito.