“El que no brinque es porro, el que no brinque es porro”

Estudiantes de la UNAM

Los jóvenes de México, como en cualquier país, siempre han expresado su descontento sobre los gobiernos —ahora también con Morena—, aunque no lo quieran aceptar, están en el mismo lugar en donde los gobiernos priistas los recluyeron, con la diferencia de que les creaban organizaciones juveniles en donde se “les daba espacio” en las elecciones, obteniendo cargos con un poco de poder, pero finalmente los mantenían en ese espacio, aunque fuera solamente confesional. Hay que reconocer que de estas organizaciones surgieron liderazgos fuertes, los cuales en su mayoría están en el partido oficial. Pero su pasado fue priista.

Los líderes de Morena identificados con el PRD, antecesor de Morena, participaron activamente en movimientos estudiantiles de la UNAM en los cuales tomaron por largos periodos todos los edificios de la universidad, marcharon, gritaron, afectaron edificios públicos y realizaron las acciones que surgen en casi todos los movimientos estudiantiles. Ahora se les olvida: los estudiantes de hoy no son diferentes a los del pasado; la única diferencia es que quienes hoy gobiernan iniciaron su carrera política en su mayoría desde las filas del PRI.

Claudia Sheinbaum, actual presidenta de México, no participó en la huelga de la UNAM de 1999 junto a Alejandro Echevarría Zarco, conocido como “El Mosh”. Sheinbaum fue una líder estudiantil destacada en un movimiento anterior, el del Consejo Estudiantil Universitario (CEU) en 1986-1987. Pero fue cercana a diversos líderes relacionados con “El Mosh”, artífice de muchos de los desmanes que ocurrían en la Universidad.

En el movimiento de 1986-1987 (CEU), Sheinbaum participó activamente como estudiante de la Facultad de Ciencias. El CEU se opuso a las reformas propuestas por el entonces rector Jorge Carpizo, que incluían el aumento de cuotas y la implementación de exámenes departamentales. Este movimiento logró que las autoridades universitarias revirtieran las reformas.

El exesposo de Sheinbaum, Carlos Ímaz Gispert (con quien estuvo casada de 1987 a 2016), sí fue miembro fundador del PRD y estuvo involucrado en organizaciones estudiantiles que eventualmente se relacionarían con figuras del CGH, aunque Sheinbaum ya no era estudiante activa en ese momento.

En resumen, Sheinbaum y “El Mosh” fueron figuras prominentes en movimientos estudiantiles distintos, separados por más de una década, y no trabajaron juntos en la huelga de 1999. La presidenta ha pretendido alejarse de “El Mosh”, incluso ni lo menciona, aunque ambos formaron parte de movimientos estudiantiles cuyos integrantes ahora ocupan cargos en el gobierno. Esto no es el problema; el problema es que ahora, a los estudiantes que protestan, se les acusa de ser parte de la oposición: conservadores, fascistas que solo hacen desmanes; es decir, ocultan su propio pasado.

“El Mosh” es el alias de Alejandro Echevarría Zarco, un exlíder estudiantil de la UNAM que fue una de las figuras más visibles durante la huelga que paralizó la universidad entre 1999 y 2000, movimiento estudiantil del cual formaron parte muchos de quienes hoy integran Morena. No se les critica por los desmanes que hicieron de cualquier tipo: eran jóvenes, tenían derecho a ser rebeldes. Pero se les olvida su pasado; ahora son casi divinos.

Son cortos de memoria: olvidan su pasado rebelde como estudiantes, la toma de instalaciones de la UNAM, los desmanes dentro de la Universidad, las marchas en la ahora Ciudad de México, así como destrozos en oficinas de gobierno y comercios. No los critico por eso; tuvieron la oportunidad de ser irresponsables, eran jóvenes, buscaron un mejor futuro y pretendían someter a los gobiernos del PRI. Fueron parte de los cambios en México. Ahora se les olvida: se creen de una casta superior.

En estos movimientos también participó el ahora senador Noroña, quien entonces ya era un gritón, como hasta ahora, siempre con discursos incendiarios que, sí, lo han llevado a ocupar cargos públicos, pero hasta ahí; esos son otros de sus antecedentes políticos.

Con este texto no busco hacer un análisis de cuáles serían las mejores formas para construir una sociedad, sino presentar cómo aquello que llamamos “rebeldía”, y que muchas veces puede tener una connotación negativa, también tiene signos del Reino.

Como sociedad estamos viviendo tiempos muy difíciles en áreas como la política y la economía. La humanidad está en un proceso de reconstrucción, buscando formas nuevas que impacten para conseguir un verdadero cambio. Esta búsqueda se refleja en diferentes sectores de la sociedad; uno de ellos son los jóvenes, que ante la violencia estructural por parte del Estado han salido a las calles a expresar y a exigir una vida digna en diferentes expresiones.

Basta citar los casos de Chile, Argentina, Brasil, Colombia y México, que en años recientes han desarrollado movimientos sociales juveniles —principalmente estudiantiles— que han levantado la voz como una muestra de hartazgo ante la opresión, no solo en contra de sí mismos o de sus familias, sino también por la marginación, la exclusión, las pocas oportunidades de educación, los bajos salarios y el difícil acceso a la salud pública.

Podemos cuestionar que varios de estos estallidos juveniles presenten, en algunos momentos, expresiones violentas; pero en el fondo son una especie de “ensayos de gestión” que, de alguna forma, expresan demandas genuinas. Son manifestaciones empíricas o espontáneas, muchas veces sin ninguna estructura, pero con la fuerza activa de peticiones concretas reflejadas en cada movilización.

Hoy los jóvenes en América Latina están exigiendo un Reino de Dios también en la práctica, algo concreto, en la vivencia del día a día y no solamente en la promesa de un futuro paraíso o de la venida de Jesús.

En el estado de Chihuahua, en los años ochenta y noventa, surgieron movimientos estudiantiles. Uno de estos fue el de 1985, en la Universidad Autónoma de Chihuahua, que concluyó con la caída del entonces gobernador y del rector de la Universidad. En este movimiento no solo participaron estudiantes y profesores, sino también líderes de diversos partidos políticos del PAN y, desde luego, del PRI, de sus dos alas: derecha e izquierda.

En el movimiento estudiantil de los noventa en la Facultad de Derecho de la UACH, después de una división entre maestros y estudiantes —que en su mayoría pertenecían a grupos de derecha del PRI, especialmente encabezados por Rodolfo Acosta Muñoz, entonces director de la Facultad—, surgió la oposición a quienes durante décadas habían tenido el control de la universidad bajo una represión férrea sobre estudiantes y maestros. No había manera de un respiro para que los estudiantes pudieran expresarse y buscar cambios reales.

Después de años de represión, alumnos de diversas ideologías logramos hacer un pacto y combatir a estos grupos de poder, ahora sí de ultraderecha, tomando las instalaciones de la Facultad de Derecho y realizando marchas en contra de las autoridades universitarias y del gobierno.

Sí protestamos; tomamos camiones y los resguardábamos en las instalaciones. Para proveer alimentos a los estudiantes, al principio se retenían vehículos que repartían productos, que al final nos eran regalados por los choferes, quienes en algunas ocasiones decían: “solo no digan nada, luego me regañan”.

Las propuestas que se solicitaban a las autoridades universitarias eran básicas pero necesarias para un respiro de una Facultad que, casi desde su nacimiento, era una élite en el estado. Profesores y maestros coludidos no permitían cambios; la represión era consigna.

Quienes entonces eran líderes o formaban parte de la tropa ahora ocupan puestos en los tres órdenes de gobierno. Algunos de ellos siguen con la consigna de solidarizarse con el pueblo, continúan buscando cambios en la sociedad, desde luego con bajo perfil. Lo importante es entregar ahora, como parte del Estado, lo que reclamaron siendo estudiantes; son coherentes en su pensamiento y actuar. No solo desde el gobierno, también litigantes, quienes estuvimos en el frente de batalla.

No puedo dejar a un lado a nuestros compañeros estudiantes que ahora han olvidado su pasado; entendieron solo parcialmente lo que buscábamos como estudiantes. Ahora también reprimen a los jóvenes, alejándose de los principios que los hicieron llegar a cargos públicos. Finalmente, están en todo su derecho. También los estudiantes.

Desde esta tribuna, no olvido a nuestro compañero Guillermo Saucedo, quien fue parte de la unión que se dio entre estudiantes de todas las ideologías. Un líder natural. Ahora, como muchos, en el litigio.

Salud y larga vida.

Profesor por Oposición de la Facultad de Derecho de la UACH

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