Actualmente existe un desconocimiento profundo del dinamismo interior de la psicología humana, desconocemos cómo interactúa la razón con las emociones y viceversa. La psicología experimental desde sus inicios se ha centrado en la conducta externa, las emociones y en las manifestaciones afectivas exteriores de los individuos, en los datos y en las estadísticas.
La psicología experimental explica detalladamente cómo siente y se conduce la persona en determinadas circunstancias y según determinados parámetros, pero no sabe claramente por qué siente y se conduce así, es decir, no conoce integralmente las causas, para ello tenemos que acudir a la psicología filosófica; la experimental expone la conducta humana desde ciertos instintos básicos y patrones de comportamiento; en algunos casos la razón no es tomada en cuenta.
En ocasiones sentimos que las emociones gobiernan y mandan: el entusiasmo nos impulsa; la cólera nos domina o la tristeza nos frena. Y nos preguntamos ¿la razón juega algún papel en todo esto? ¿Son enemigos la inteligencia y las emociones? Tomás de Aquino, filósofo del siglo XIII, responde con sus enseñanzas: razón y emoción no son enemigos, sino partes interiores de un mismo ser, ordenadas jerárquicamente.
Patricia Astorquiza[1] explica que el ser humano no es solo mente ni solo cuerpo, siguiendo a Tomás de Aquino, afirma que “somos una unidad viva de alma y cuerpo”; la razón y la voluntad son las potencias superiores en el ser humano, gracias a estas puede conocerse a sí mismo, a los demás y al mundo que le rodea, juzgar objetivamente de él y determinarse a sí mismo en su conducta respecto a las demás personas y cosas.
El ser humano cuenta con algo llamado apetitos sensitivos; son capacidades por las cuales él y el animal, tienden hacia las cosas que le presentan los sentidos. En la medida en que registra esas cosas, personas o situaciones convenientes o inconvenientes, se produce en él una respuesta tendencial, lo que en psicología experimental actualmente se llamaría una “emoción” y que Tomás de Aquino, llamaba “pasión”, a saber; miedo, alegría, deseo, tristeza, ira, Etc., de este modo, las emociones o pasiones son la actividad o respuesta propia de los apetitos.
La inteligencia busca la verdad; las emociones, el bien sensible: aquello que nos agrada, nos atrae o nos repele. Por eso, cuando nos dejamos llevar por las emociones sin escuchar a la razón, por lo regular pensamos impulsivamente, incluso contra lo que sabemos es correcto. Todos lo hemos vivido: el enojo que pasamos y por el cual en ocasiones decimos cosas malas o desagradables que no diríamos en otras circunstancias.
La buena noticia es que cuando por la razón comprendemos una situación, podemos usar la imaginación y la reflexión para ordenar lo que sentimos. Pensar antes de actuar, imaginar las consecuencias o recordar experiencias pasadas, son formas concretas que permiten, por la razón, dirigir la emoción y no al revés. De hecho, cuando actuamos desde que sentimos una emoción, por ejemplo, la alegría, es porque somos sabedores de que hicimos lo correcto.
Las pasiones o emociones no piensan, son como una manada de caballos que sin guía pueden desbocarse y causar accidentes; sin embargo, si a esa manada la guiamos con las riendas de la razón, seguramente llegaremos lejos. De este modo, cada vez que elegimos con razón, formamos o fortalecemos un hábito que se llama intelectual o virtud llamada prudencia. Por el contrario, si nos dejamos cautivar por las emociones y estas toman el volante, enraizamos en nosotros hábitos que nos atan, lo que en ética los filósofos llaman “vicios”.
Bueno, ¡ya lo sabes! las emociones al volante, con la razón cautivada, generan caos y decisiones impulsivas. No dejes que tus emociones conduzcan, mejor aprender a conducirlas con el juicio de la razón.
[1] Astorquiza, P. (2008). Interacción entre la razón y las emociones en el ser humano según Santo Tomás de Aquino. Civilizar. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=100220256007
Opinión
Sábado 18 Oct 2025, 06:30
Con las emociones al volante, y la razón en cautiverio
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Jesús Guerrero
