“Un político divide a las personas en dos grupos: en primer lugar, instrumentos; en segundo, enemigos”

Jodorowsky

En estos días hemos tenido supuestos debates en el Congreso de la Unión, -golpes, como tú me pegaste primero, le voy a decir a mi mamá; si te sigues portando mal, te voy a llevar a la Correccional; el último que pega gana- un sinfín de reclamos que más parecen pleitos de adolescentes, éstos sí se dan un tiro y no andan amenazando a sus compañeros de curul, los cholos de la Dale sí se dan un “tiro”.

Por otro lado, la presidenta que no le gusta que le digan así, da una cátedra sobre esta expresión considerando que la gran Academia de la Lengua Española y Academia Francesa está totalmente despistada, desde luego en la Mañanera da una explicación del porqué se le debe mencionar como presidenta. Duélale a quien le duela, está en el “altar presidencial que le prestó López Obrador”. Pero dicen los duendes de la política que está descansando un poco para agarrar vuelo, desde luego ella tiene su propio diccionario.

Más chistoso (no encuentro otro palabra), de risa, los diputados de oposición a gritos consideran que resolverán los problemas de nuestro gran país. Sus líderes rugen, sólo gritos de dolor, pero Morena les restrega: “¿De qué murió el quemado?, de puro ardor”. Luego de la tunda que les dieron en las elecciones del 2 de junio, ni con pomada de soldado se han quitado los golpes.

Los diputados y senadores, cuando suben al pódium, se cuelan atrás con cartulinas en las cuales señalan los agravios que sufre el pueblo. Ya con este circo todos y cada uno de los partidos cumplen hacer “valer la Constitución”.

Esto me recuerda que cuando siendo estudiante de la Facultad de Derecho de la UACh, en las elecciones para ocupar dirigencias estudiantiles tapizábamos las paredes la facultad con cartulinas y mantas, con reclamos pidiendo no sólo una tablita, sino un portaaviones, con reclamos reales exigiendo al Estado mexicano su atención, sólo dicen en secreto, “sólo escúchenlos”, “son una bola de bárbaros desquiciados”. Esta expresiones las escuché en mi facultad.

Me parece compartir este ensayo, no sólo reclamo para las autoridades, pero sí aportar un poco de conocimiento de nuestros antiguos y contemporáneos en la filosofía política.

La visión populista de la democracia conduce paradójicamente a una forma de absolutización de la legitimación por las urnas.

La democracia no puede ser solamente definida como un régimen fundado sobre el libre consentimiento de los ciudadanos, sino debe ser simultáneamente entendida en términos tales que hagan imposible su apropiación por aquellos que tengan la pretensión de encarnar la comunidad total de los ciudadanos (algo que hacen los totalitarismos de forma exacerbada).

Lo real, que es lo importante, consiste en que el populismo no para de tener una “espectacular progresión por todo el mundo”. Los perdedores de la globalización, que son innumerables, representan sus principales clientes, si bien no los únicos. La incapacidad de la política (tanto de izquierda como de derecha) para resolver los problemas ha ayudado notablemente también a esa expansión. El manido desencanto a las expectativas de la democracia ha hecho el resto. Así, el populismo puede calificarse, sin ambages, como “la ideología ascendente del siglo XXI”. La cultura política populista se basa en la movilización y en el cultivo sin par de las emociones y de las pasiones. Algo a lo que contribuye (y contribuirá presumiblemente más aún) la tecnología. Nada nuevo.

Una “sociedad partida” es el caldo de cultivo de los populismos de izquierda y derecha. Identificar el ‘pueblo social’, o pueblo verdadero, (siempre una parte) y expulsar a los infiernos al pueblo como cuerpo civil (lo que agruparía a todos los ciudadanos), es moneda corriente de tal ideología (si se puede hablar en estos términos). Pueden encontrarse ciertas similitudes con el totalitarismo o con las expresiones políticas autocráticas, pero el populismo (en sus diferentes y distintas manifestaciones que el autor analiza) juega un papel (si se me permite la expresión) de parásito que se termina de apropiar del cuerpo social y político en el que habita: el sistema democrático. El que los sistemas aguanten o no a ese huracán, depende mucho del tiempo que resida en el poder. Así, gradualmente (a veces de forma grosera) desactiva algunos de sus elementos sustantivos mediante una ‘brutalización directa’ y una ‘desvitalización progresiva’ de las instituciones, principalmente cortocircuitando el control del poder mediante “la domesticación” de sus mecanismos de contrapesos.

En el ideario populista hay una voluntad más fuerte que la Constitución, y no es otra que “la voluntad del pueblo”. Como dice el autor, populistas de derecha e izquierda no difieren sobre este punto: “La Constitución es para ellos la simple expresión momentánea de una relación de fuerzas”. Supone considerar “que la esfera del derecho no tiene ninguna autonomía, y que todo es, por tanto, político”.

No cabe duda que los “supuestos legisladores de Morena” ya se están dando con todo, se acusan de corrupción, malos manejos de dineros del Gobierno, entrega de concesiones de obra pública que se dicen son actos de corrupción, ¿ahora a quién acusarán, al conservadurismo del pasado, que no son iguales y de más arenga?

Guillermo Prieto, un gran liberal, compuso una canción dedicada a los conservadores, con el nombre ‘El Cangreso’, copla que enseguida transcribo y ahora se refleja en la Cuarta Transformación:

“Cangrejos, al combate,

cangrejos, a compás;

un paso pa'delante,

doscientos para atrás”

Por lo pronto los diputados y senadores ya pidieron fecha para que se fije día y hora en la Arena Coliseo para los enfrentamientos de lucha libre “cara a cara, y máscara contra cabellera”, con tres caídas sin limite de tiempo. Por cierto, soy aficionado, pero no de estas luchas, sino liberales.

Salud y larga

Profesor por Oposición de la Facultad de Derecho de la UACH.

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